Me da la sensación de que una vez pasados los procesos de votación en los diferentes países y sistemas, los perdedores se lamentan de algún tipo de fraude electoral. Anteriormente recuerdo que la gente publicaba en las redes sociales lindezas a favor de aquellos de sus paisanos que no tuvieron la fortuna de ser precisos y acertar con su voto.
Quizá esta rutina se haya impuesto después de la victoria de Pepe Biden en EE. UU., siendo elegido como presidente, y como uno de los más votados de la historia de su país.
Si se analiza un poco el asunto useño, observamos que su vigente democracia contiene unos modelos anacrónicos para la emisión y cómputo de votos, y en algunas ocasiones suceden cosas esperpénticas. Un servidor no puede afirmar si el fraude electoral en Estados Unidos fue real o, en su caso, sustantivo. Pero lo que sí es cierto es que al menos el elegido será sometido a control del poder, por los mecanismos establecidos por aquella gente tan brillante que creó esa admirable constitución.
Esta problemática una vez pasada por el tamiz español genera una especie de legitimación de la partidocracia española de 1978, cuando no es más que un absurdo que favorece a unos cuantos aspirantes al poder. ¿Qué más da que gane Sánchez en las votaciones con o sin fraude? ¿Es que si eliminamos el pucherazo y la compra de votos ya quedan justificadas todas las tropelías que hemos visto en estos cuarenta y cinco años?
El problema del fraude electoral en España no es el fenómeno que causa la corrupción en España. Es un epifenómeno derivado del caciquismo elevado a la enésima potencia. Me explico: el fraude electoral en España no es debido a los acontecimientos de la compra de votos, ni siquiera el clientelismo, ni tampoco la influencia extranjera, ni los votos por correo. El fraude electoral es la misma concepción del régimen del Estado de partidos:
1º Los líderes de la oposición a Franco aceptan la legalidad del régimen franquista. O, dicho de otra forma: a cambio de pasar por la alfombra roja, los líderes antifranquistas y del bando del frente popular traicionaron a sus ideales, y a sus partidarios vivos y muertos a cambio de un trozo del pastel.
2º Las votaciones legislativas de 1977 se convierten por arte de magia (mediante el fraude electoral) en unas votaciones a cortes constituyentes.
3º Al pueblo español, sin libertad de información y sin posibilidad de alternativa, se les presenta como plato único un régimen cuya forma de Estado es la monarquía y su forma de gobierno es oligárquica. Y sólo se les permite refrendar lo elegido fraudulentamente por los oligarcas.
4º Esta oligarquía no sólo pacta las leyes fundamentales, sino que además la ley electoral es establecida en un sistema proporcional que no permite la representación política.
Ahora bien, después de exponer, lo que a mi humilde parecer es la verdadera causa de la falta de libertad política en España, y el fraude electoral permanente (con la corrupción moral como base), nos encontramos a una serie de personajes que después de las votaciones periódicas de la partidocracia española se lamentan de los fraudes cometidos en ese mercado persa establecido como fundamento del reparto de la oligarquía.
En las últimas elecciones municipales nos hemos encontrado con que se ha permitido la injerencia extranjera en las votaciones, y que al partido en el Gobierno le han estallado un puñado de casos de compra de votos en la semana crítica de la campaña. Por su parte, el jefe de la oposición ha seguido insistiendo en que hay que votar en lugar de crujir a su oponente.
¿Por qué hay gente que se empeña en resonar con las fumarolas, si la montaña de basura está debajo?
Un servidor sólo le encuentra una explicación: denunciar que el problema de las «elecciones» en España son los pucherazos es la justificación de la alternancia de los partidos, y tener la fe depositada en el enésimo partido que viene a arreglar las cosas después de cuarenta años.
“el jefe de la oposición ha seguido insistiendo en que hay que votar en lugar de crujir a su oponente”.
Qué jefe, en qué decisión colectiva, cuándo… NO existe en la actualidad.
Qué oposición, ¿legislativa, judicial, ejecutiva? NO hay tal, es mera apariencia, figuración.
¿Votar sin elegir? ¿Votar sin libertad? ¿Votar o botar?
Creo que en el texto queda reflejado que las votaciones son un mercadeo. En ese sentido entran en pugna las diferentes facciones estatales, por eso la contradicción de que, aunque bien es cierto y comparto lo de que no hay política en España, si que hay contienda por la hegemonía de las votaciones periódicas.
No se trataría pues, de una oposición al gobierno, si no una oposición dentro de la oligarquía. Sólo velan por sus intereses partidistas y ambiciones de poder.
Sin embargo, gracias por el apunte.
Saludos