PACO BONO.

Juan Carlos Primero tenía que ser Rey, lo dijo Franco, y todos obedecieron al dictador. Por lo tanto, el actual jefe de Estado es el heredero de Franco, y su trono se sustenta en el consenso. El consenso consistió en privar al pueblo español de un periodo de libertad constituyente, evitando así que pudiera elegir la forma de Estado y de gobierno. La Transición no fue, tal y como nos la han querido vender, borrón y cuenta nueva, sino la continuidad de la forma de Estado franquista con la incorporación de la forma de gobierno de partidos. Desde el instante en que se cumplieron los deseos del dictador, todas y cada una de las fuerzas políticas participantes en la fundación del nuevo régimen, sin excepción, legitimaron la victoria de Francisco Franco en la Guerra Civil Española, aquella terrible contienda consecuencia del fracaso de otro régimen partidocrático, la república de partidos, la Segunda, fundada contra el anterior monarca, abuelo del actual, tras el derrumbe del gobierno del general Primo de Rivera, apoyado por el propio Alfonso Trece.

Los partidos ningunearon a la Nación con su golpe a la Platajunta, relegaron a la sociedad civil a un segundo plano y acordaron, a espaldas de la Nación y en consenso con los partidos nacionalistas y anti-españoles, el desmembramiento del Estado y de la propia España en autonomías, proclamando a los cuatro vientos el éxito de su Transición, consumado con la redacción de una constitución llena de contradicciones, garante, no de los derechos de la Nación y de sus ciudadanos, sino de los del Rey y los partidos, de sus privilegios, de su oligopolio en la acción política, estableciendo el reparto de poder porcentual socialdemócrata y asegurando su primacía dentro del Estado, la subvención indefinida. Al “pueblo” lo compraron con artículos imposibles de cumplir y cuyo titular fue el “Estado de bienestar”.

Y ahora que se ha descubierto esta farsa insostenible, ¿nos indignamos? ¿Para qué? Hay quienes afirman que debemos luchar por los “derechos” que garantiza la Constitución. ¿Derecho a la vivienda digna? ¿Qué es eso? ¿Acaso puede el Estado garantizar tal cosa? ¿Quién determina qué es digno y qué no lo es? ¿Derecho al trabajo?, se referirán en todo caso al derecho a trabajar, justo lo que no te puede asegurar nadie en ningún lugar del mundo a no ser que aceptes convertirte en un esclavo miserable; en tal caso, trabajo no te faltará, pero libertad… ¡Qué se lo digan a la mayoría de los chinos!

Pero tratemos el problema de raíz. La crisis de España es más política que económica, y la una deriva de la otra. Esta es la crisis de la España del pelotazo. Ya no hay más que vender, no nos dan más crédito, se ha gripado el  motor con el que tantas veces nos han “sacado” de las crisis. El sector inmobiliario se ha ido a pique; cientos de miles de medianas y pequeñas empresas han quebrado, millones de españoles han acabado en las filas del paro. Se terminó el chollo, la era del consenso llegó a su fin, por eso se retuercen, recortan a diestro y siniestro, simulan falsos enfrentamientos entre ellos, utilizan cualquier medio y forma para embaucar a la gente, juegan al poli bueno y al poli malo, salen a la calle con sus huelgas generales para plantear nuevas batallas en su guerra sucia, la lucha de poder frente a la amenaza del fin de su forma de vida parasitaria. ¿Cómo van a dejar su puesto tantos enchufados sin morder antes como perros rabiosos?

Y de aquellos barros, estos lodos, nos bombardean con los desahuciados, practican demagogia barata en sus despachos y desde sus medios afines. Los mismos que nos han hundido en la mierda hasta el cuello pretenden convencernos de que nos sacarán de ella explotando sin escrúpulos la legalidad ilegítima de su régimen podrido. Porque ¿acaso el éxito de cualquier modelo hipotecario no está condicionado a que la gente tenga un trabajo? ¿No fueron los propios políticos y sindicalistas, con el control de las cajas de ahorro, los que “prestaron” barato mientras encarecían los inmuebles gracias a la especulación que practicaron sus autonomías y sus ayuntamientos con respecto al suelo? ¿Pensaron entonces, con los bolsillos llenos, en las consecuencias de lo que podía acaecer tarde o temprano? ¿Dónde está la pasta? ¿Quién se la ha llevado? Menudo negocio señores…

La gente se desespera porque el valor de mercado de sus viviendas se ha situado ya muy por debajo del precio al que las hipotecaron. Tu casa no cubre lo que le debes al banco y tu porvenir depende del Euribor. ¿Quién asume la responsabilidad ante esta situación? Yo les acuso a ustedes, partidócratas, ustedes son los auténticos culpables, los inquilinos del Estado, los herederos de Franco,  desagradecidos, traidores, despilfarradores, corruptos, hipócritas, usureros de lo público, reaccionarios de izquierdas o derechas, secesionistas o no, todos subvencionados por la gracia del Rey al que además detestan en privado. Ustedes fraguaron este “modelo” de Estado sin pensar en las consecuencias. Ustedes han intervenido la banca, el sector energético, los medios de comunicación, el sistema de enseñanza, poniendo esas herramientas al servicio de sus ranchitos para el saqueo en nombre de España.

El enemigo no son los “mercados” ni los bancos, sino los partidos y los sindicatos. Nuestro problema no es la prima de riesgo, sino la falta de libertad política, la carencia de democracia.

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