El “remainer”, como llaman los ingleses al partidario de quedarse como está, viene a ser un reaccionario con encanto que ve en el Brexit otra guerra de la Vendée y para evitarla lleva tres años tirando piedras al referéndum que perdió. Mas no es un looser; es un… “remainer”. O sea, un… “quedacionista”.
Si hablamos de mentalidades (la gran aportación del francés Lefebvre a la historiografía), el “remainer” inglés se quedó en Cromwell y su dictadura parlamentaria y el “remainer” español se ha quedado en Franco, que fue una dictadura… “paliada por el incumplimiento” (matiz de Gabriel Maura).
Leer a nuestros jóvenes “remainers” es oír a Franco en el discurso navideño… del 59:
–Cada día se acusa con mayor claridad en el mundo la ineficacia y el contrasentido de la democracia inorgánica formalista, que engendra en sus mismas entrañas una permanente guerra fría dentro del propio país…
La democracia representativa (donde lo es, EEUU, que dio con ella huyendo del parlamentarismo inglés), en efecto, divide: divide el poder y lo separa (“que un poder se enfrente al poder y el ciudadano dormirá tranquilo”) y divide la sociedad en mayoría y minoría, protegida ésta por una Constitución escrita (defensa de uno contra todos), por encima de la ley (defensa de todos contra uno).
El “remainer” autóctono cree, como Franco, que un referéndum sólo se convoca para ganarlo, y desde luego no sobre cosas importantes que las gentes que no han leído a Peterson, a Pinker o a Lilla no entienden. Su hombre es Suárez, que se negó al referéndum monarquía-república (“porque estaba perdido”) y que a toro pasado reformó, por encima de la Constitución, una ley orgánica para ganar el de Andalucía, que había volado (Jaén y Almería).
En realidad no nos hemos movido de la “democracia gobernada” (Madariaga), ¡la que no divide!, descrita por Los del Río cuando la Constitución-UE:
–Si la apoyan los políticos, nosotros por qué vamos a decir no, si no la hemos leído.
Y tampoco a La Boétie.