Estamos donde estábamos: bicicletas y culto al “Estao”. Cada día más clementino (de Clemente Domínguez) y palmariano (de Palmar de Troya), pero culto, al fin.
–Desengáñese, Ridruejo: lo que los obreros necesitan es bicicletas, no sindicatos –contestó el General al poeta de “La Ballena Alegre” que le pedía eso, sindicatos.
Lo visto este fin de semana no era amor a un muerto de “Estao”, sino culto al “Estao” mismo. Somos liberales porque nos lo manda el “Estao”. Un obispo católico (¡la competencia!) quiere que el “Estao” pida perdón a Eta, “por propasarse”, y el “Estao” lo hará en cuanto tenga un ratito.
Al actor James Woods lo han echado de Twitter porque su fundador, Jack Dorsey, que debe de tener las mismas luces que caracteres su invento, le censuró una cita… ¡de Emerson!, el fino bostoniano que intuyó la magia del tuit al decir que los grandes pensamientos y los grandes libros deben leerse como los gorriones beben agua: beben un poco y levantan la cabeza, beben otro poco…
–Leer una frase y, hasta no entenderla, no pasar a la siguiente –como hemos leído estos días las elegías al hombre de “Estao”, esa pasión gótica, alemana, de nuestro periodismo de “Estao”. “Tyrannum licet occidere!” Pues no es fácil escribir contra el que puede proscribir.
–Non est enim facile in eum scribere qui potest proscribere.
Woods proscrito por citar a Emerson, mientras aquí gente que te llama “fascista” en menos de lo que tarda en persignarse un cura loco se pasa el fin de semana citando tan ricamente (¡sin saberlo!) a Gentile, a Di Mordano, a Ledesma… y a Ortega, en cuyo estatismo ferino, traído de Alemania, abrevó Primo de Rivera, aunque en el periódico global señalen, ay, a Mussolini.
–Conste, pues –avisa Ortega–: una democracia que no sepa colocar la seriedad y la inexorabilidad del Estado por encima de cualesquiera insolencias particulares, será arrollada por la juventud. Se trata de instaurar un Estado de todos, y ‘porque’ de todos, formidable.
Y luego que si la abuela fuma.