Don Antonio García-Trevijano (1927-2018) denunciaba permanentemente la ausencia de democracia en España. Todo su saber enciclopédico (basado en las miles de lecturas de filosofía, política, derecho, historia, economía, arte…) fue uno de los pilares en la construcción de su pensamiento, de su obra… Y de su acción.
Otro pilar fue la comprobación de la realidad del tiempo que le tocó vivir: Desde la II República (siendo aún un niño), al franquismo inicial (en su adolescencia ya realizó acciones políticas en defensa de la democracia) y su evolución hasta el régimen actual de 1978.
Desde el mismo momento de la muerte de Franco y del inicio de la Transición, no se cansó jamás de censurar los consensos –siempre oscuros y traidores a la sociedad civil- y la deriva antidemocrática del nuevo régimen post-franquista. No sólo denunciaba lo que estaba pasando, sino que advertía de lo que iba a pasar. No se equivocó nunca en los hechos que sucederían. Baste releer los muchos artículos en medios de comunicación o sus libros para poder corroborar lo que redacto.
Una de sus críticas más conocidas eran las relativas al sistema electoral, un verdadero cáncer democrático. Sus argumentos, no por sencillos dejan de ser menos ciertos. Más bien al contrario: Las listas electorales las confeccionan (eligen) las cúpulas de los partidos, por lo cual los diputados que están en esas listas no van a representar en realidad a los votantes, sino a los líderes que los han puesto en dichas listas. Y da igual que fueran listas cerradas o abiertas. Por lo tanto, los que están en esas listas no obedecen a los votantes, sino a los verdaderos electores (que no son otros que los Secretarios generales y presidentes de los partidos).
Los medios de comunicación están publicando noticias de parte de lo que está sucediendo (el todo no lo conocen y hay mucho que a buen seguro nos ocultan) en las sedes centrales de los partidos. Así puedo destacar, vía hemeroteca:
1º) Candidatos-estrella que acaban estrellados por 81 votos en unas primarias tan vergonzantes como escandalosas. Cuidadanos de Castilla y León.
2º) Elaboración de listas tomando, presuntamente, como “criterios democráticos” aspectos geográficos, territoriales, étnicos, etc… Parece que ahora empieza la lucha por el voto de los gitanos; de hecho, me llamó mucho la atención cómo los candidatos a la alcaldía de Oviedo y a la Presidencia del Principado de Asturias por el Partido Popular participaban en un congreso de evangelistas (casi todos de dicha etnia romaní) y cómo Albert Rivera ya fantaseaba con una ministra en su futuro Gobierno.
3º) Laminación de sectores críticos en las listas. Si no fuera bochornoso, recomendaría vivamente escuchar el comentario del periodista Fernando Ónega, realizado el día 15 de marzo de 2019 en el programa de Carlos Alsina en Onda Cero, sobre las 07:18 horas, en el cual justificaba la eliminación de críticos en las listas, para mayor gloria y serenidad del líder. O deportaciones doradas de los críticos con peso; por ejemplo, los destinos al Senado, cámara vegetativa por excelencia.
4º) Colocación en las listas provinciales según criterios de oportunismo o de necesidad de asegurar la presencia de fieles (al líder, por supuesto). ¿Cómo se explica, si no, que Luis Bárcenas fuera Senador por Cantabria (que no sabía situarla en el mapa)? ¿O que Pedro Sánchez haya dado la instrucción de que los Ministros actuales ocupen posiciones de cabecera en las listas provinciales? Salvo en Asturias, donde Adriana Lastra ocupará el cartel.
Está en nuestra libertad seguir oyendo tertulias o participando en corrillos de café de media mañana, hablando de estos temas; en el fondo, son puramente prosaicos y equiparables a los resultados de los partidos de la liga de fútbol escolar de nuestros hijos, ya que la realidad, por mucho que nos la quieran disfrazar, es la que es: En España no hay democracia, ente otras causas, porque los ciudadanos carecemos de representatividad en el Poder Legislativo, secuestrado por las cúpulas de los partidos políticos, que ponen marionetas ideologizadas en los escaños del Parlamento Europeo, del Congreso, del Senado, de las Asambleas Legislativas de las Comunidades Autónomas y en los salones de Pleno de los Ayuntamientos. De esas miles de personas que millones de españoles van a votar el 28 de abril y el 26 de mayo de 2019, sólo unos cientos habrán podido elegir de verdad. Y esos no van a ser otros que los jefes de los partidos y sus acólitos de los comités electorales. Debe ser la “democracia representativa 2.0”.
Don Antonio abogaba por un sistema electoral mayoritario uninominal a doble vuelta, en circunscripciones de no más de 100.000 habitantes, donde elector y elegido tuvieran vinculación cierta y donde el elector pudiera revocar la representación del elegido si se aparta de lo que le obliga su circunscripción electoral. Otra historia sería este sistema. ¿Se imagina que usted conociera a su representante y pudiera ir a verle a la oficina de distrito y contarle sus problemas y que él le tuviera informado de lo que hace y que, si se aparta de lo que le ordena, pudiera ser revocado? ¿Se imagina que el Diputado del distrito centro de Oviedo votara lo que le dicen los vecinos del distrito centro de Oviedo y no lo que le mande el jefe del grupo parlamentario de turno?
Pues esa es la realidad que tenemos en España y así es como debemos exponerla.