Un buen día, el rey Philip decidió que la princesa Eleanor ya tenía edad para iniciarse en el funcionamiento del sistema y la llevó al bunker para enseñarle la maquinaria. Al entrar en el amplio recinto con muros de cemento, bajo aquella iluminación cárdena de lámparas de arco antiguas, con el ruido de los ventiladores, las lectoras de cintas y otros dispositivos extraños, la niña se sintió intrigada sobre todo por las marcas comerciales impresas en las placas: IBM, Univac, Amdahl Computer, Honeywell, Hanford Technologies… Eran tan antiguas que jamás había oído hablar de ninguna de ellas. La princesa Eleanor tuvo la misma impresión que días antes, cuando las llevaron de visita a uno de esos viejos molinos del Camino de Santiago que todavía utilizan ruedas de piedra propulsadas por el agua del río.
– Papi, no lo entiendo: ¿dónde están las canaletas para los cables, los armarios de racks con los servidores, el concentrador de fibra óptica y el router Cisco de alta velocidad con cortafuegos multicapa?
– Aquí no se usa nada de eso. Los equipos no han sido renovados desde que murió el Viejo Caudillo Frankie. En realidad no hace falta, porque la mayor parte de ellos continúan funcionando tan bien como el día en que @VCF entró en esta sala por última vez, hace casi medio siglo.
Eleanor había oído hablar del Viejo Caudillo Frankie, o @VCF, como se anunciaba en un perfil de Facebook que, décadas después de su muerte, aun seguía defendiendo en las redes sociales los valores de su cruzada integrista contra una abigarrada horda de internautas de rojerío de moqueta, independentistas catalanes, radicales feminazis y otros lunáticos por el estilo. Nadie sabía quién estaba detrás de aquel perfil fascista. Algunos majaderos de extrema derecha sostenían que se trataba del propio @VCF, tecleando desde el más allá. En cualquier caso debía ser alguien influyente, porque de lo contrario Mark Zuckerberg ya habría mandado cerrar su cuenta. Pero el misterioso provocador no era Frankie. Ni siquiera podía tratarse de un Administrador del sistema. El único Administrador del sistema, después del Viejo Caudillo, había sido el abuelo de Eleanor, y en la actualidad su padre el Rey Philip.
– El Viejo Caudillo Frankie -dijo el Rey, perorando oficiosamente sobre algo que la muchachita ya sabía por haberlo estudiado en sus clases de historia- fue el programador más talentoso de su tiempo, solo comparable a Bill Gates y Linus Torvalds en época posterior. Después de vencer en la guerra civil que ocho décadas antes había arrasado el país, cuando este aun figuraba en el mapamundi bajo la denominación oficial de Castizo Reino del Abanico y la Mantilla Española, creó el kernel del sistema que controla toda la existencia institucional y administrativa de la nación. Con ello puso los fundamentos de la actual República Regia de Pai-Pai. Una obra maestra de ingeniería que admira a los analistas extranjeros, y que incluso ha inspirado a los chinos a la hora de planificar su proceso de transición desde un régimen totalitario a una sociedad más o menos abierta que hoy es la principal potencia económica del planeta.
La princesa Eleanor no sabía por dónde empezar. Se había figurado que el sistema era algo diferente. La lista de preguntas que se había hecho tenía poco sentido ante un panorama tan inesperado. Estuvo un rato mirando en dirección a los enormes mainframes y a las silenciosas operarias que los atendían, introduciendo y extrayendo aquellas cintas magnetofónicas que giraban de manera discontinua detrás de sus vitrinas de plexiglás, ya grises por el polvo que dejaba pegado la electricidad estática. De pronto experimentó un sobresalto: al fondo de la nave sonó el histérico chirrido de una impresora matricial. Era la primera vez que veía una fuera de un museo, y además funcionando. “¿De dónde demonios sacarán las cintas de tinta?”, pensó, ¿Las fabrican también en China?”.
– No lo entiendo, Papi -dijo la princesa frunciendo su adorable ceñito- : estos ordenadores son de cuando entraron los Nacionales (y nunca mejor dicho): un montón de chatarra ejecutando un kernel monolítico programado en los años 50. ¿Cómo es posible que sobre las pantallas de la República Regia de Pai-Pai veamos todos esos interfaces gráficos tan amigables para el usuario, en los diferentes idiomas oficiales del Estado y adaptados a las vanidosas preferencias protocolarias de todos esos imbéciles que dirigen la política regional.
– … que creen estar dirigiéndola -corrigió amablemente el Rey Philip-. Porque la mayor parte de los formularios, selectores y botones de radio que salen en sus pantallas no son más que mandos placebo, como los pulsadores de algunos semáforos que están ahí solo para dar al transeúnte la impresión de que es él quien controla el tráfico y evitar que se impaciente mientras la luz se pone en verde. En el código web todas esas opciones parecen reales, pero en cuanto el paquete de datos entra en el servidor principal es automáticamente desechado, y nadie se entera. En cualquier caso, lo esencial es que lo que a día de hoy sigue corriendo encima del hardware es el kernel diseñado por el Viejo Caudillo Frankie. Sobre esta pieza de software, de estructura monolítica y cerrada, funciona todo lo que hemos programado desde los años 70 a nuestros días: protocolos de comunicación, librerías, drivers, páginas HTML, etc…
El Rey Philip continuó explicando que durante cuarenta años no había habido problema. Aparentemente el kernel VCF 1.0 -esa era su denominación en el manual de servicio del administrador- podía con todo. Tan solo en los últimos tiempos habían comenzado a manifestarse algunos síntomas graves de sobrecarga, cuyas causas tenían que ver con la obsolescencia de la infraestructura, las nuevas tendencias económicas y sociales y el avance imparable de la Digitalización. El kernel del Viejo Caudillo Frankie era indudablemente una de las obras de ingeniería informática más asombrosas de todos los tiempos. Pero comenzaba a renquear, amenazando con quedarse colgado en cualquier momento. Esto traería consigo el colapso de la República Regia de Pai-Pai.
– ¿Cómo es posible que ese viejo dinosaurio pueda con todo? -quiso saber la princesa Eleanor- ¿En qué lenguaje de programación lo escribieron?
– Nadie lo sabe. -dijo el Rey Philip encogiéndose de hombros- El código fuente se perdió hace años. Dicen que lo robó un famoso hacker llamado @Maverick, que dio muchos problemas a mi padre porque quería detener el kernel de Frankie y cambiarlo por otro nuevo, elegido por los propios usuarios. En fin, bobadas… Pero como ese @Maverick ha muerto de viejo hace poco, tampoco nos va a ser de mucha ayuda.
– ¿Y qué tal un poco de ingeniería inversa? Así podríamos saber qué es lo que falla y lo podríamos corregir con módulos insertables, un balanceado de carga o algo parecido…
– Hijita, tengo a un equipo de programadores trabajando en ello, pero no sé si vamos a tener tiempo. El código máquina del kernel está elaborado para unas CPU que ya estaban anticuadas antes de que el primer microprocesador saliese al mercado. Necesitamos desarrollar herramientas nuevas para compilación y ensamblado que nos permitan portar el kernel del Viejo Caudillo Frankie a un clúster de ordenadores modernos.
La princesa Eleanor permaneció algún tiempo en silencio. Luego se rascó su rubia cabecita y dijo:
– Papi, también puedes mandar que hagan un sistema nuevo… con componentes modernos, programación orientada a objetos, servicios en la Nube, compatibilidad IoT… Precisamente Microsoft y Apple están haciendo unas cosas muy chulas.
Tomando a su hija delicadamente por el brazo, el Rey Philip se la llevó a un lado y le dijo en voz baja, como si temiese que alguna de las operadoras de cintas le pudiera oir:
– Resolver el problema técnico es fácil: compramos una plataforma nueva, metemos a gente nueva, desarrollamos con código abierto y portamos todo esto a Linux para ahorrar costes y dar el control a los usuarios… Asunto resuelto, ¿verdad? Pero no es así como está previsto que las cosas salgan adelante. Quiero que entiendas algo, hija mía, así que escúchame con atención. El verdadero problema no consiste en hacer que el sistema vuelva a funcionar, sino conseguir que una vez hechas las actualizaciones yo siga siendo Administrador… y tú después de mí.