En este cuadro de Umberto Boccioni, La strada entra nella casa (1911) uno de los pintores apreciados de D. Antonio García-Trevijano, se representa a una mujer asomada al dinamismo de la calle, que el pintor revive en la agitación poliédrica de las formas arquitectónicas, en la febril actividad de los obreros multiplicada por los postes y los escorzos de los caballos, forma clásica de representar el movimiento. Con todo ello, Boccioni rechazaba la mímesis estática de la realidad del arte figurativo académico, y hacía evidente la simbiosis del sujeto sensible y del objeto percibido.
Tras la muerte de D. Antonio, fundador y alma del Movimiento de Ciudadanos hacia la República Constitucional, éste no puede esperar asomarse a la ventana de la realidad, y que ésta sea más amable (los recientes ataques a su figura de un olvidable Tartufo malicioso e hipócrita, cuya mediocridad intelectual quedó en evidencia gracias a sus propias insidias, sólo demuestran la grandeza de su legado). Todos aquellos a quienes D. Antonio nos ha cambiado la vida debemos ser conscientes de ello. Pues uno de los efectos más profundos de su enseñanza es que nos ha dotado de unos recursos intelectuales y éticos para interactuar con el entorno social, y no sólo en el terreno de lo político stricto sensu, transformando nuestra visión del mundo sin que haya posibilidad de vuelta atrás, a menos que como el hipócrita descrito por François de La Rochefoucauld, queramos con el vicio rendir un homenaje a la virtud.
Es por ello que el MCRC debe ahora profundizar en su aspectos prepolíticos y culturales, aumentando, por un lado, su presencia en la calle, conferencias, actos públicos, las redes, y, por otra parte, en el mundo de la cultura, el pensamiento y la ciencia. Pienso, en este último aspecto, que debería promoverse contactos con personas de estos sectores, de dentro y de fuera del MCRC, organizando, como hacen algunos clubs de ideas en otros países, conferencias semanales o quincenales que fueran ocasión de debate y reflexión sobre la imbricación de estas actividades e iniciativas individuales con el ideal de una auténtica democracia. No estaría por ello mal recuperar a algunas de esas personas que acudían antaño a la radio cuando emitia en abierto, arquitectos, economistas, museístas y escritores, cuyo discurso resultaba intelectualmente estimulante, para eventos de este tipo.
No habría que olvidar tampoco a aquellas personas de buena voluntad de los partidos del régimen que estuvieran dispuestas a colaboraciones concretas, de acuerdo con la magnanimidad intelectual que caracterizaba a D. Antonio. El MCRC, en fin, sin renunciar a ser lo que es, no debe -y sé que no lo hace- quedarse en la nostalgia de lo vivido en Somosaguas, y mantener abierta esa ventana a la realidad multiforme, siendo conscientes de que si uno protesta, como decía un antiguo activista del 68 francés, Jean-Pierre Le Goff, puede que no le salga gratis.