Éxito de asistencia en la primera jornada del simposio internacional El consenso político degenera el idioma, organizado por el MCRC en el Teatro Avenida de Santo Domingo de la Calzada, La Rioja.
En este primer día los asistentes hemos podido disfrutar de cuatro magnificas ponencias donde se han dado cita Martín-Miguel Rubio Esteban (La Oratoria en Fabio Quintiliano), José Sánchez Tortosa (La degradación del lenguaje y la política patética), Alberto Franceschi (Con la crisis de Venezuela acaba la época de dominio de los partidos estatales en la América española) y Alberto Buela (El sentido metapolítico del español o castellano); junto a una mesa redonda conducida por José Papí, en la cual se ha analizado el contexto económico actual en España y Europa a cargo de Roberto Centeno, Alberto Iturralde y Pedro Gallego.
Alberto Franceschi, quien puso en pie al auditorio entero al final de su intervención, nos ha puesto al tanto de la dramática situación que se vive en Venezuela actualmente. Nos confesaba que hasta que ha conocido la doctrina de Antonio García-Trevijano no veía una solución para el contexto político que vive su país natal. Solución que sigue sin ser sencilla, pero que ahora tiene una doctrina sólida que la sustente.
“Yo soy repúblico como ustedes y quiero para mi país las ideas de los repúblicos”.
Nos ha explicado que, desde hace 58 años, Venezuela se ve asolada por el consenso político del Estado de partidos y cómo desde España se ha colaborado con esta situación: desde Zapatero, quien abrió paso a este consenso, hasta los miembros fundadores de Podemos, colaboradores de estos hampones millonarios, caricaturas socialistas, quienes convirtieron a la sociedad venezolana en sujeto pasivo de la propaganda chavista. Actualmente, dice Franceschi, los mayores problemas son el fenómeno sociológico de segmentos sociales incultos, dispuestos a abrazar una ideología sin fundamentos, y una casta militar corrupta. Al igual que en España, los partidos nuevos y los antiguos se muestran en contra de la ruptura constitucional y electoral, lo cual nos recuerda la situación vivida en España durante la Transición y, más recientemente, tras el 15M.
El filósofo y profesor argentino, Alberto Buela, nos ha hablado del español (o castellano en Latinoamérica) como categoría metapolítica, esto es, como gran categoría que condiciona el desarrollo político. En este caso, en un contexto internacional. El español fue un idioma imperial (asociado a valores) y no imperialista (mera factoría). Nos ha detallado las cifras de hispanoparlantes en comparación con otros idiomas. Tras hablarnos de la guerra semántica que sufre el español, nos ha dejado una cita para la reflexión y, quién sabe si para la historia:
“El poder idioma del idioma es el poder de sus hablantes. Esta no es, por supuesto, una conferencia sobre el pasado, es una conferencia acerca del futuro, y no imagino un futuro en el que el español no sea la primera lengua del mundo”.
Martín-Miguel, por su parte, nos ha deleitado con un riguroso y brillante análisis del discurso, sus orígenes históricos y funciones. Así como sus cuatro partes y subapartados desde el prisma de Quintiliano, apoyándose en la retórica de Cicerón y Aristóteles en una magistral exposición que no ha dejado indiferente a nadie. Ha puesto sobre el pavés los vicios e insignificancias en la oratoria de la clase política, en la cual no sólo se ha perdido la virtud, la bondad y la búsqueda de la verdad, sino que se muestra inexistente la fase discursiva de la Memoria.
Sánchez Tortosa nos ha explicado los fundamentos del discurso desde un prisma aristotélico, para terminar en la concepción de Spinoza enlazando la inexistencia de intención, finalidad o voluntad en el discurso según sendos pensadores ¿Cuál es el valor y fundamento del lenguaje en la cultura? A través de la enseñanza se establece un criterio de delimitación nacional basado en la lengua propia, como común denominador de dicho territorio. De ahí el idiotismo del nacionalismo actual, cuyo recurso propagandístico y material (la enseñanza) que se vale de su lengua propia despreciando la común, arguye el profesor.
Como colofón final, los brillantes colaboradores habituales del MCRC, expertos en economía y política, nos han expuesto en una sublime tertulia las falacias argumentativas que esgrime el Estado de partidos respecto de la política monetaria y las finanzas estatales, y cómo, también aquí se deforma el lenguaje con una intencionalidad política latente, sin otra finalidad que la de engañar y confundir a la sociedad civil española.
Ha sido una jornada que, a bien seguro, quedará para la historia. Periodistas nacionales de la talla de Hermann Tertsch no han querido perderse este acontecimiento cultural único. Mañana continuarán las disertaciones en pos de la hegemonía cultural. Por el momento el éxito está siendo innegable.
¡Por la libertad política colectiva!