La Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela atenta a diario contra sus conciudadanos desarmados que salen a la calle a la conquista de la libertad. Su único objetivo es derribar al Gobierno de Maduro y al régimen chavista que lo sostiene. Los venezolanos ya no prestan oídos a la Mesa de Unidad Democrática que se proclama a sí misma como oposición al Gobierno. Han dejado de hacerlo tras constatar la realidad de que esa MUD forma parte del chavismo. Así lo revela cada vez que pide elecciones en el marco constitucional chavista que ha llevado a Venezuela al estado de cosas actual.
Hemos visto carros antidisturbios arrollando a ciudadanos, a grupos de policías armados que atacan a ciudadanos aislados a los que linchan y a los que hasta disparan bombas lacrimógenas a quemarropa y por la espalda. Hemos visto muertos a balazos. Hemos visto a sicarios golpeando a personas indefensas y saqueando sus propiedades en presencia de la Guardia Nacional Bolivariana, que nada hace para evitarlo. Es el Estado contra la Nación.
Quieren elegir a su Gobierno y quieren elegir a sus diputados. Y quieren hacerlo sin intermediarios. Salen a la calle para exigir la libertad para hacerlo. En la calle, sin intermediarios, se enfrentan a la muerte y a la violencia del Estado.
Mientras tanto, también en la vieja España los partidos se arrogan la libertad política de los ciudadanos. El consenso del Régimen del 78 ha convencido a los españoles de que los partidos, enquistados en el Estado, son la causa de la democracia y no la consecuencia. Por suerte, en España no hay hoy violencia, pero ¿quién de entre la Nación se atreve a plantarle cara al Estado y arrostrar las consecuencias?