La sosona Díaz, presidenta de la Junta de Andalucía y sultana de Triana, por el parque de María Luisa y con su cola de seda, deshoja una margarita entre las retamas y la hierbabuena. Se pasea por Santa Justa y no pasa de Kansas City. Amaga y no da. Perora y se calla. Todo lo sabe y no se entera. Hija del poder, madre de la servidumbre.

Dicen que esta señora quiere ser cabeza de partido. Y no judicial, sino socialista, obrero y español. Socialista sin haber trabajado, obrera sin palustre y española de partido. Virtudes tendrá en su casa, pero a la intemperie no conoce la decisión. Si hubiera sido Eneas, no habría habido Roma.

Hace unos meses dijo a cuenta de la formación de Gobierno que era ése un momento para anteponer los intereses de España a los del PSOE. Ay, ingenua infelice. Por parecer proba estadista reveló la realidad setentayochista: que el interés de los partidos siempre se antepone al de los españoles.

Desde hace años difunde la especie de que irá a Madrid a tomar las riendas del PSOE para defender los intereses del partido y de España. No lo ha hecho hasta ahora. Y de nuevo amaga con ello. Ni lo dice ni lo desmiente ni lo hace ni lo deshace.

¿Qué realidad revelan estos hechos? Si la situación política la urge a tomar el tren hasta Ferraz, ¿por qué no lo ha hecho ya? Porque mide, pesa, calcula, concluye y antepone sus intereses personales a los de los andaluces, a los de su partido y a los de los españoles.

Y mientras tanto, luce la sultana su cola de seda entre las retamas y la hierbabuena…

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