La vanagloria más bochornosa del ser humano se visibiliza tras su muerte. Suerte la nuestra que es en el epitafio de uno donde más lo ensalzan. Si ha sido un personaje icónico, a las pocas horas de su fallecimiento, con su cuerpo todavía caliente, los mismos cínicos que ayer le apartaban la mirada hoy alzarán la voz y tratarán de convertirle en mártir. Dígame si no es uno de los rasgos más humillantes de la condición humana.
Justo ahora, la diosa Fortuna nos ha deleitado con una potente ilustración de pensamiento polarizado. Lo triste es que una vez más ha venido dada por un escenario de muerte y vergüenza política. Quien, hace apenas unas horas, criticaba vehemente que se llamase corrupta a Rita Barberá, hoy tilda cargado de razón a Castro de tirano. Y viceversa, claro. España parece el patio de un colegio. Humanidades contra Ciencias, izquierda contra derecha. Y oiga, que no maduramos.
Personalmente creo que se le llama a las cosas por su nombre. Pero alguno es tan hipócrita que considera como peyorativos únicamente a los calificativos que atacan a su parcela ideológica y no a los que se profieren, envenenados, desde su propia trinchera. Jamás hay autocrítica en ninguna de las partes, sólo vanas justificaciones y contraataques. Y el problema de tener el cerebro lavado, le diría al gran público, es que el árbol te impide ver el bosque.
Vivir en la ignorancia no va a traer sólo ventajas, como bien sabe usted ávido lector. Pues si bien es cierto que Fidel Castro era un dictador, no lo es menos que Rita Barberá era una política de talla moral cuestionable. Sin embargo, tan taimado resulta afirmar que el Comandante Castro ganó las elecciones de 2008 con un 98% de los votos, como que Barberá únicamente estaba siendo investigada por la irrisoria cantidad de 1000 euros. También sería atinado recordar que a una se le apoltronó en el Senado para impedir que los Tribunales Ordinarios conocieran de su investigación en su momento y que el otro ha instaurado un régimen totalitario de más de tres décadas, para cumplir la promesa de su Revolución Cubana.
Aquí es dónde empezamos a desenmarañar los sofismas que revolotean en su psique, estimado lector. En una sociedad equilibrada, ni aceptar bolsos de Louis Vuitton y mariscadas a cambio de tratos de favor es un estándar de comportamiento aceptable en un mandatario público, ni las urnas tienen validez, ni legitiman, cuando sólo se puede elegir entre dos pésimas opciones, impuestas por el Sistema, valiéndose del oportunismo de aprovechar la coyuntura militar y el miedo.
Esto es fuerza de razón más allá de toda duda. En el fondo de su consciencia, la derecha (especialmente la valenciana) sabe que Rita era una mandataria pública que convirtió en recurrentes una serie de comportamientos propios de un cortijo de amiguetes; de igual modo, que la izquierda bien sabe que una revolución popular jamás devendrá en democracia, si el período constituyente, o para mantener su estabilidad, se basa en medios coercitivos, y, como resultado, es una minoría la que termina acaparando todo el poder.
En España se reparten y aceptan estos roles, el simplismo propicia que uno se resigne, y, fiel a su dogma, proteste contra los ataques bien merecidos. No se puede permitir que el bando contrario les gane terreno en lo moral. Una moralidad que no existe, que tan solo es un espejismo.
Por eso el MCRC persigue la revolución cultural, ética y moral ciudadana como punto de partida, mientras otros apuestan por una renovación institucional de la clase política. Por eso un levantamiento ciudadano ha de ser siempre pacífico, como lo fue el 15-M en sus inicios, porque es la razón colectiva la que da y quita poder, la que da y quita autoridad. Se pueden purgar las instituciones de arriba abajo, pero no nos puede valer que se pasen la poltrona, igual que no es suficiente con que maquillen la Constitución y para eso el primer paso es dejar a un lado las ideologías y los juegos de niños, apartarlos temporalmente, para entender que el verdadero problema subyace, como siempre, en la cuestión pre-política.
Me despido en tono de honra hacia usted que tiene a bien leerme, no sin antes explicarle porqué acabo de sugerir que el Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional es idóneo para alcanzar la libertad colectiva.
En este diario tengo el honor de comprobar en primera persona, cómo escriben codo con codo, liberales, ácratas, objetivistas, doctores en ciencias políticas, de izquierdas, de derechas, periodistas, filósofos, intelectuales, economistas, poetas y literatos, cristianos y musulmanes; sin sufrir fisuras en su argumentación y complementando sus brillantes discursos a la perfección. Si se piensa, toda idea coherente tiene cabida una vez se apartan las luchas de poder. Cuándo se escucha al sentido común hablar con voz propia.