Necesitamos un cambio político en España, pero no para que cambien los que mandan… Los que mandan son siempre los mismos, los partidos estatales, los sindicatos estatales, las patronales estatales. Necesitamos que nos dejen elegir a nuestros representantes, y deponerlos o revocarlos si incumplen lo acordado; necesitamos que nos dejen elegir a nuestro Presidente de Gobierno, y que no lo elijan los Diputados de Listas de Partidos Estatales, porque si lo eligen ellos, no hay separación de poderes en origen. Necesitamos Libertad Política Colectiva, que es la libertad fundadora de las demás libertades individuales. Necesitamos los españoles, conquistar un periodo de Libertad Constituyente, para cambiar pacíficamente, y pasar de este régimen corrupto y oligárquico a un verdadero sistema democrático, con reglas de juego claras: separación de poderes en origen, representación de los ciudadanos en sus diputados de distrito, derecho de revocación y justicia independiente. Solo de esta forma se podrá luchar por atenuar o disminuir las desigualdades sociales, por defender los servicios públicos, por mejorar las condiciones laborales, por conquistar nuevos derechos…
Los partidos estatales, las instituciones del estado, los sindicatos de estado, las patronales de estado, solo son la garantía de la integración de las masas en el Estado, pero no suponen ningún aval en la lucha o dialéctica que en toda Democracia debe establecerse entre la Nación y el Estado. En España no existe la mediación política entre nosotros los ciudadanos (La Nación) y El Estado, porque todo es Estado desde la aprobación de la Constitución del 78.
No hay nada peor que la confusión de creerse que vivimos en democracia, porque entonces no ansiaremos buscarla y conquistarla. Yo al contrario que Luis García Montero, creo que no vivimos en democracia, y por tanto, creo que este régimen político, esta política, no puede dar nada luminoso, nada esperanzador, nada bueno de sí. Por eso mismo creo que necesitamos luchar frente al Estado, que hoy por hoy lo es todo, para que la Nación, que está desaparecida y subyugada, ocupe su lugar y tenga su poder.