Sé de la primavera porque ayer oí un grillo y vi una garrapata. No tenemos gobierno, pero tenemos grillos y garrapatas, prueba del “horror vacui” español.
–Palacio, buen amigo, ¿está la primavera vistiendo ya las ramas de los chopos del río y los caminos?...
Con la primavera, como en el colegio, Pablemos escribe una carta a la Belleza, y María Soraya, otra a Pachi López, que en la España actual viene a ser lo mismo.
Pablemos, que tiene de sí mismo una opinión especialmente exaltada, se pilló un cólico leyendo su propia carta, y así descubrió que esa sanidad pública a la que él no ha cotizado ni un euro privado funciona.
María Soraya, que tiene más gusiluces que Pablemos, se vale de su carta a Pachi López para colar una nueva doctrina constitucional alrededor del concepto de “confianza”. Una triquiñuela, en el lenguaje vulgar de los picapleitos, o una “fórmula dilatoria”, en el lenguaje elegante de Carl Schmitt. Pero en vista de que María Soraya es abogado del Estado y Pachi López sólo es el nieto del taquillero del Cine Mar de Portugalete, López se tomó en serio la carta y la llevó al Tribunal Constitucional para que, siquiera los magistrados que no viajen en Semana Santa, se lean la Constitución redactada en el 78 por un ingeniero agrónomo y un director teatral, y a ver qué pasa, que al final no será nada, pues aquí, como en el teatro cuando se va la luz y ha de salir alguien a contar chistes para entretener al público, se trata de tener entretenida a la gente hasta las elecciones de junio.
Un conflicto de autoridad parecido fue el de Fran Rivera con el presidente de la plaza de toros de La Coruña, que propuso para sanción de 60.000 euros al diestro por tirar una oreja al suelo. Donde el presidente apreció desacato, Moeckel, abogado de Rivera, sólo veía legítima defensa, dado que la oreja albergaba garrapatas, que también son precursoras de la primavera, quedando la cosa en 150 euros. Y sin molestar al Tribunal Constitucional.