Leonardo da Vinci “Belleza, verdad, fuego y libertad. De cómo Leonardo encuentra la luz y el sonido del Arte en Retrato de Músico” Leonardo, además de sus retratos magistrales, de sus “sonrisas etruscas” y sus extrañas y camaleónicas fórmulas para cocinar, donde mezclaba sfumati, Sforza y atardeceres, buscaba incesantemente la libertad. La libertad que ni su nacimiento (había sido hijo natural de un importante notario florentino), ni sus contemporáneos, ni su tierra, ni su tiempo, ni los tiempos podían corresponder ni comprender. Dueño como nadie de la vorágine genial de la mente, estudiaba el cuerpo humano, los cuerpos celestes, y las maravillas de las fuerzas naturales. Encontraba los artilugios que el futuro iba a necesitar para navegar bajo las aguas, estudiar la física sonora o volar entre las nubes. Nos ofrece, mientras entreteje sus luces preludio del claroscuro moderno, nuevas técnicas de retrato, con sus simetrías opuestas, sus estructuras móviles, sus miradas enigmáticas. La Música para Leonardo, la segunda de todas las artes después de la Pintura, además de ser un homenaje al mundo clásico, praxis inigualable en la lira renacentista y universal, es la belleza y la proporción de lo invisible1, de aquel ente vivo, que tras el acto de su creación debía quedar “libre”, sin las ataduras simples y limitantes de la escritura y del tiempo. Busca a su “vecina” “Armonía” en cada respiración de los personajes de sus cuadros. Para él todo lo que transcurre en el tiempo o se posa en el espacio participa de la existencia de la proporción: “La proporción se encuentra no solamente en los números y medidas, sino también en los sonidos, pesos, tiempos, espacios y en cualquier clase de energía que pueda existir2”. Esa magna representación de la belleza, en la que confluyen diversos elementos aderezados en el movimiento del instante como voces de una Polifonía sonora, circulan armoniosamente, respirando, en Retrato de músico. En esa soledad de atmósferas hijas de Flandes que dan frío cobijo a la creación y al genio, nos muestra Leonardo, hacia 1485 a un músico3 ¿reflexionando?, con una mezcla de recuerdos, concentración, inspiración, … En esa expresión escondida, Leonardo nos propone un nuevo punto de vista del retrato. Lo que ocurre tras la mirada, tras las facciones, es la búsqueda de la esencia divina de las cosas. Esa nave que parte con rumbo a lo desconocido tras el contrapunto de la luz y la oscuridad de dos córneas pensativas que esperan ¿con miedo? ¿con melancolía? ¿con serenidad silenciosa?, el instante sonoro. Esa luz y esa oscuridad que permanecen impasibles, expectantes, el instante en el que el fuego, “que destruye todo sofisma” muestre la verdad. 1- “La [categoría] del músico en la [representación] de las [cosas] invisibles”, véase Leonardo da Vinci, Cuaderno de notas (Miguel Ángel Ramos, ed.), Madrid, Edimat, 2009, p. 145. 2- Véase Leonardo da Vinci, Op. cit., Cap. 2 Tiempo y espacio, p. 149. 3- Probablemente nos hallamos ante el retrato de Josquin Desprez o Franchino Gaffurio.