Hace unos días, movido por la coincidencia de haber nacido en el mismo año, el mismo mes y compartir la afición por E. M. Cioran, acudí a escuchar a Mario Conde en la conferencia que impartió sobre la situación actual de España. Como era de esperar, el conferenciante mostró alardes de un dominio del entramado y evidenció una excepcional brillantez en la descripción de los efectos de la actual crisis política y económica que estamos padeciendo. Sin embargo, a la conferencia del ilustre personaje, “la faltó” lo que en el argot taurino se define como rematar la faena. Enumerar los efectos de la crisis a estas alturas, no es nada novedoso y a buen seguro, la mayoría de los asistentes los conocían de manera directa o indirecta. Pero lo que se espera de estas conferencias y conferenciantes con pedigrí, no es solamente la descripción de los efectos de una crisis, sino descubrir las causas que nos han llevado a esta situación de precariedad, para poder articular las medidas oportunas, que impidan el abuso y la corrupción de los poderes públicos. No se mencionó, la situación real de estos partidos políticos artífices del bipartidismo, donde todos defienden la misma ideología gremial con un sentido conspiratorio del voto y ponen el mismo celo en agradar con privilegios insultantes, a las oligarquías financieras y mediáticas. Partidos estatales, que están anclados en el Estado y que no representan a la sociedad civil en absoluto, resultando inútil la sustitución de un partido por otro, donde la ausencia de vocación por la verdad ha consagrado la falsedad de llamar partidos a meras facciones de poder integradas en el Estado. No se analizó, el sistema electoral de representación proporcional, que produce dos efectos nocivos para la sociedad. Uno, el visible que impide la representación de los electores, y otro el invisible, de considerar al Estado como sociedad política, eliminando la posibilidad de que emerja de la sociedad civil una corriente que pueda ser mediadora entre la comunidad nacional y el Estado para llevar las aspiraciones de la sociedad civil al mismo. Tampoco se analizo el dignificar la vida pública con unas reglas de juego, que garanticen la libertad política y la democracia, inexistentes actualmente. No se mencionó, que las leyes emanadas del parlamento son en realidad anticonstitucionales, porque todos los diputados las votan bajo mandato imperativo de los partidos, prohibido por la Constitución Española del 78. Sobre la figura del Jefe del Estado, responsable de garantizar la cohesión territorial de la nación, y de la igualdad de los españoles frente a la ley, ni se le mencionó en estos momentos de quiebra institucional, donde es más necesario que nunca, abrir un periodo con total libertad de información para configurar una nueva forma de Estado. El Sr. Conde manifestó que lo deseable es que de esta situación “se sale”. Pero la única forma pacifica de “salir”, es aislando a esta clase política estatal, provocando una crisis de legitimación del sistema oligárquico actual a fin de sustituirlo por el único sistema que permita elegir en conciencia opciones realmente diferentes y otorgar a los diputados, el carácter representativo de los electores mediante organizaciones políticas sacadas del Estado y devueltas a la sociedad civil, donde cada una se pagará sus gastos mediante las cuotas de sus afiliados exclusivamente. Y a este proceso, se le llama pacíficamente; abstención. Palabra esta no mencionada en ningún momento por el conferenciante, siendo clave para la ruptura con el sistema oligárquico que impera en España. La brillantez de la conferencia hubiese sido total, sin las sombras de la falta de compromiso en el análisis de las causas de la actual crisis moral y económica, que nos está arruinando como nación.