Óscar Wilde Caminando con Wilde Aquel como yo, siempre metido en líos y entuertos, entre todos los problemas con que se encuentra hay uno que le resulta especialmente fastidioso: la pregunta a sí mismo. Es tan peligrosa que hasta una palabra agazapada te la puede jugar en cualquier momento. Miren si no: si en tiempos del Quijote desfacer entuertos era enfrentar y solucionar violentamente los agravios recibidos, hoy los entuertos están cerca del alumbramiento y se refieren a la involución uterina durante el período del puerperio, bastante posterior al cretácico, aquel tiempo en que los dinosaurios comenzaron a verlas negras. Sea negra o blanca la mujer que de a luz, el entuerto es el dolor producido por el regreso del útero a su tamaño normal después de haber albergado un bebé de hasta cuatro kilos o más. El cambio de acepción del vocablo conforme avanzaron los tiempos fue el que consiguió que los médicos y matronas no utilicen armaduras ni yelmos en los quirófanos y vayan con unas pequeñas ‘túnicas’ verdes a ayudar a perpetuar la especie. Me han dicho que de eso sabe un montón una tal Leire Pajín. No me encenderé hoy sin embargo con esa clase de intelectuales, pese a que, vea molinos vea gigantes, yo abandono siempre las disquisiciones y me lío directamente a hostias. Que ya luego Pascual Salas sabrá arreglarlo con el voto de calidad.   Meses atrás me preguntaba a mi mismo, exactamente igual a aquel que se hace preguntas a si mismo, si la alegría no sería uno de los componentes esenciales para llevar adelante una revolución, cosa que todos sabemos que nos traemos entre manos en el Movimiento Ciudadano hacia la República Constitucional (MCRC) a ver si nos quitamos de encima unas cuantas, bastantes, garrapatas. Que la analítica lleva detectando anemia 36 años. Llegado este punto, no me queda otra que volver al lenguaje para recriminar abiertamente a los miembros de la Real Academia Española de la Lengua, fundamentalmente a los sillones ñ – ¡coño! – ocupado por Luis María Ansón, y V –valiente caradura – ocupado por Juan Luis Cebrián, recriminarles digo que cómo es posible que en nuestra oligarquía partitocrática no se haya recogido todavía ‘garrapata’ como sinónimo de ‘político’. Estarán ocupados, digo yo. La Academia, que ha demenciado a Platón, siempre ha sido, además, un poco lenta de reflejos.   Ya saben ustedes – no se me hagan los despistados – que cuando los que se ocupan de poner chinchetas en el suelo, y también las denominadas ‘moscas cojoneras’, escuchan la palabra revolución, lejos de ver en ello únicamente una acción exterior, experimentan una fuerte descomposición interna y, presos de una especie de epilepsia transitoria, se rasgan las vestiduras. Al tener que adquirir nuevos ternos, es precisamente esa operación económica la que mueve el IBEX 35 al alza o a la baja y, además, establece si El Corte Inglés gana a Mercadona o a la inversa. Todo esto me trae a la memoria la excelente obra de Camilo José Cela ‘La Colmena’, donde se recomienda la lectura atenta del poeta simbolista Mallarmé cuando del intestino perezoso se trate o el tren quede atascado entre dos estaciones. Así, al encender el televisor y contemplar a Rosa Díez poseída por si misma largándoles una soflama, oligárquica también, a diez o quince diputados, no es que los otros no estén sentados en el escaño porque han ido a solucionar problemas para ganarse su reducido salario. No. Están alojados en el inodoro escuchando la radio para informarse de por dónde caminan las pancartas de ‘Libertad Constituyente, YA’.   Yo siempre me he llevado muy bien con Wilde, Óscar, así que de vez en cuando, ahora más que nunca, nos llamamos, aunque realmente no sé dónde está. Murió en la indigencia en París cuando comenzaba el siglo XX después de escandalizar a la moral victoriana con un ingenio e inteligencia que también, a pesar del tiempo transcurrido, hoy hubieran irritado el colon de sus señorías provocando tal vez graves problemas en la jarcia de las carabelas ¿Por qué les llaman señorías si cuando los colocan en las listas son imputados? Bueno, el caso es que anoche Wilde me leyó uno de sus epigramas: “La rebeldía a los ojos de todo aquel que haya leído algo de historia, es la virtud original del hombre”. Fue entonces cuando pensé seriamente en que no vamos desencaminados y lo que la dictadura de partidos califica de modo grosero no es más que la lógica manifestación de nuestro ser: la dignidad y el rechazo a ser pisoteados. Y asimismo el excretar de su miedo. Así que, sin encomendarme ni a Dios ni al Diablo, advertí que la amargura que llega a generar la indolencia la estamos mutando en alegría sólo porque avanzamos con un efecto multiplicador del que ni siquiera conocemos todos sus secretos.   Óscar, cuando buscaba la paz después de sufrir dos años de cárcel, imaginaba así su paraíso en ‘De Vida Beata’: “En un viejo país ineficiente, algo así como España entre dos guerras civiles, en un pueblo junto al mar, poseer una casa y poca hacienda y memoria ninguna. No leer, no sufrir, no escribir, no pagar cuentas, y vivir como un noble arruinado entre las ruinas de mi inteligencia”. A mi pesar tuve que responderle con sinceridad. No amigo, no vengas. Aún España no es tu lugar. No hay cabida ni para tu dandismo ni para eso que llamas ‘socialismo anarquista’. Únete a nosotros si quieres, pero retrasa tu viaje hasta el año 2011. No lo sabes compañero, pero nos queda un golpe de Estado el 18 de Julio de 1936. Más de un millón de seres morirán sobre fraterna mezcla de sangre. Luego – recuerda las profecías de José ante el Faraón – llegarán 40 años de dictadura que, una vez ultimado un caudillo que desconoces, se prolongará a través de las mayores infamias con un nuevo rostro: la dictadura de los partidos, la partitocracia. Sí, sé que no puedes comprenderme, tú que hablas contigo mismo y no llegas a entenderte. Dos infamias caerán sobre ese solaz que ansías: una monarquía impuesta por la dictadura y una dictadura consensuada por supuestos progresistas.   ¿Recuerdas querido cuando me dijiste en Dublín que aconsejar economía a los pobres es a la vez grotesco e insultante. Que es como aconsejar que coma menos el que se está muriendo de hambre? ¿Has olvidado acaso aquella noche en el café donde veinte años más tarde se sentaría Leopoldo Bloom tu reflexión sobre la prensa? Yo sí la recuerdo. La anoté al llegar a casa: “Hay mucho que decir en favor del periodismo moderno. Al darnos las opiniones de los ignorantes, nos mantiene en contacto con la ignorancia de la comunidad”.   En esas estamos Óscar, pero no te aflijas, que siento ese regocijo interior de estar vivo porque vivo comienza a estar nuestro movimiento hacia la libertad política y la defensa de la moral. Hemos iniciado una acción que ya está en las calles. Te alegraría conocer los pormenores, pero ya es muy tarde. Descansa. Eso sí, tengo que recomendarte las palabras que nos guían. Un sabio y amigo ha escrito un libro: ‘Teoría Pura de la República’. Tengo que presentártelo … Pero qué digo, estimado colega, si lo conoces desde mucho antes que yo, aunque no me hayas dicho nunca nada. Cuídate y no bebas demasiado. Un fuerte abrazo.

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