Prefectura de Fukushima (foto: cktse) Reflexiones nucleares Tras el accidente nuclear en Japón, el debate nuclear se ha desatado acaparando la atención de todos los medios de comunicación con posiciones encontradas en torno al uso presente y futuro de este tipo de energía. Lo curioso de este debate, no son las opiniones en contra, sino las opiniones a favor capitalizadas por los “gurús” de la energía nuclear, y lideradas por doctos catedráticos y demás realeza atómica, que en su afán de defensa del uso de la energía nuclear, están poniendo en tela de juicio permanente a las plantas nucleares con sus declaraciones y afirmaciones casi siempre erráticas, consiguiendo con ello el efecto contrario al que persiguen. Ha llegado el momento, de valorar de manera sosegada y con rigor, las condiciones bajo las cuales se debe de utilizar este tipo de energía con instalaciones fiables y sobre todo seguras. Para ello, es necesario señalar en primer lugar, que las centrales nucleares se diseñan para una vida operacional prefijada por los ingenieros que las proyectan, teniendo en consideración, la tecnología del momento en la cual se está diseñando la planta. Y en función del estado de la tecnología, y de las condiciones inherentes de operación a las que va a estar sometida la central, determinan y fijan el tiempo de validez operacional de dicha planta nuclear. Una vez transcurrido ese período de tiempo, la instalación debe de dejar de ser operativa y ser sustituida por nuevas centrales, que respondan a los avances técnicos del momento, para con ello garantizar su operatividad y sobre todo, su seguridad. Consecuentemente, no se debe dar autorización de prolongación de vida operacional a una central nuclear mas allá, de lo que el diseño haya establecido, a no ser, que sea factible la sustitución de los componentes primarios que potencialmente puedan estar afectados por la degradación de los materiales que los conforman y que hayan superado la vida operacional para la que fueron diseñados. Situación ésta, que no es posible contemplar en las plantas nucleares que respondan al mismo diseño que las plantas japonesas afectadas por el seísmo. En este tipo de centrales, finalizado el período de operación establecido por diseño, la medida más prudente, sería su cierre y su sustitución por una nueva central con tecnología del siglo XXI. Muy acertadamente, una compañía francesa líder en tecnología nuclear, se ha pronunciado en este sentido, señalando que con reactores de la actual generación esta situación no se habría producido. No obstante, uno de estos “gurús” científicos que secularmente padecemos, tuvo el atrevimiento, días pasados en un programa de televisión, de ningunear a la autoridad francesa en energía nuclear por sus certeras manifestaciones sobre el accidente de Japón. Decirle a este ilustrado personaje, que Francia actualmente es uno de los líderes mundiales en tecnología nuclear y por lo tanto, sus declaraciones se deben de tener muy en consideración, ya que cuentan con una amplia experiencia en el uso y explotación de centrales nucleares sin accidente alguno. A la energía nuclear se la defiende, apostando por nuevas centrales con tecnología del año 2011, que sin duda alguna garantizan la seguridad, cumpliendo los requisitos legales que sean aplicables, y clausurando las centrales que habiendo cumplido su ciclo operacional de diseño, no son susceptibles de poder reemplazar sus componentes de máxima seguridad, que les faculte su alargamiento de vida operacional mas allá del fijado por el diseño. Lo contrario, es poner en riesgo la seguridad y dar argumentos para que mayoritariamente se pueda cuestionar el uso de la energía nuclear, como fuente energética de presente y de futuro.