El origen de la especie Selección artificiosa A mi hijo Héctor, recién nacido Es innato al hombre buscar la propia esencia que le resulta obligado encontrar. Por ello hay que masticar el plato de nuestro origen. Pero la conmoción intelectual de la continuidad evolutiva darviniana, que liga todo lo vivo, no termina de digerirse en nosotros sin recurrir a los jugos que han de romper las cadenas comunes en átomos individualistas. Tal vez porque no fueron exclusivamente los neutrales factores astrogeoclimáticos los que compusieron nuestro linaje, sino la peculiar organización social de Homo, que realimentaba el desarrollo de la inteligencia operativa y cooperativa. Resulta imposible conciliar las dos adaptaciones básicas del proceso de hominización. El bipedalismo y la encefalización entran en sonado conflicto. Añadiendo la solución de un relativo adelanto del alumbramiento con una infancia prolongada, es imprescindible transitar por una capacidad social in crescendo. Los sistemas sociales de los primates pueden clasificarse en grupos de un único macho, casi unánimemente exclusivo procreador y dominante del harén de hembras, que mantiene a los demás en la periferia; o de varios machos, que cooperan con una relación de jerarquía cambiante en el mantenimiento del territorio, en el que se encuentran adscritas las hembras; presentando ambos tipos matrilinajes relativamente estables organizados por rangos. Los chimpancés suponen una excepción, al ser las hembras las que se intercambian entre los grupos. Así se prima la estabilidad (territorial) de los clanes de machos emparentados. Los sistemas humanos de parentesco constituyen métodos simbólicos que tratan de establecer reglas para sincronizar la adjudicación de la “alianza” (quién puede reproducirse con quién) con la de la “descendencia” (quién pertenece a qué grupo) [Fox, 1975]. La pérdida del estro en las hembras humanas debió de seleccionarse para reducir el nivel de conflicto entre los machos, fomentando la alianza reproductiva hombre-mujer para el cuidado de los infantes y dando consistencia a los matrilinajes. Fue la red de relaciones lo que forjó la inteligencia social, y ésta la que posibilitó la transmisión de conocimientos de generación en generación [Humphrey, 1976], retroalimentando la inteligencia técnica [Dennett, 1987]. Los arreglos sociales humanos y sus consecuencias no previstas se convirtieron en la fuerza selectiva [Carrithers, 1992]. Esto significa que los individuos humanos llegaron a un punto en el que fueron, y seguimos siendo, dependientes de una característica de su medio: sus compañeros configurados como grupo. El teórico social Robert Axelrod y el biólogo William Hamilton se han unido para demostrar cómo, incluso partiendo de sujetos egoístas, la cooperación podía crecer, persistir y extenderse en una población que careciera de un control centralizado. El “dilema del prisionero iterado” permite castigar a quienes no contribuyen al bien de la colectividad, siempre y cuando la noción de éste pueda ser reflejada desde la libre conjunción de los participantes, reservándose la posibilidad de prever represalias como grupo. Mas con la aparición del poder, el monopolio de la fuerza dejó de pertenecer a la colectividad, como tal, para caer en manos de caciques usurpadores. Cando la vuelta al argumento, la persistencia de unas instituciones políticas ajenas a la res publica, sin división del poder y en todo momento fuera del control de los gobernados, tal y como es fácil de demostrar que sucede en España con el actual Estado de partidos; y antes con el Franquismo; y antes con la II República; y antes con la dictadura de Primo de Rivera; y antes con la Restauración; y antes…: no solamente traen una nutrida serie de desastres a los comunes, sino que terminan por convertirles en súbditos adictos al estoicismo, de una soberbia irracional personalista, en los que el individualismo egoísta y oportunista fluye por doquier, eliminando así su aptitud para concebir como algo propio los designios colectivos, refuerzo ineluctable de la secular imposibilidad institucional para hacerlo.