Los editorialistas de los periódicos continentales no alcanzan a establecer las coordenadas a partir de las que analizar la que bautizan como debilidad política inglesa. Tras las elecciones generales legislativas en el Reino Unido, que han sido presentadas como ejecutivas mediante la intoxicación introducida a través de los debates televisivos protagonizados por los jefes de los principales partidos, la lógica partidista es incapaz de ver que la debilidad política de un parlamento “colgado” reside precisamente en su intervención para formar un poder ejecutivo no elegido directamente por los ciudadanos. El sabio Felipe González, critica la falta de liderazgo europeo, al tiempo que alaba el discurso de Obama, al que critica su cortesía hacia el poder de Wall Street, mientras no alcanza a ver, o si o ve lo calla, que un poder distante y ajeno a los ciudadanos no puede tener la fuerza de la legitimidad que le permita actuar con determinación en momentos de crisis. González critica la introspección de las naciones europeas, cuando no existe un elemento de unión, situado por encima de cada Estado y legitimado por la fuerza del voto directo de todos los ciudadanos europeos. La partidocracia europea camina hacia terrenos muy peligrosos cuando recurre a la lógica de las ideologías y critica a los “catch all parties” deslizándose al tiempo hacia sistemas proporcionales que alejan al ciudadano todavía más de su representante de distrito, y toman por iguales engendros burocráticos como la UE y democracias como la estadounidense. Causa estupor ver como una simple reforma hacia el presidencialismo, y la elección directa del presidente del ejecutivo por todos los ciudadanos, evitaría la debilidad de sistemas parlamentarios propensos al pacto y la corrupción para hacerse con el ejecutivo, hasta el punto de cambiar las reglas de juego político según le convenga al partido bisagra de turno, ahora sea la secesión, otrora la irrepresentación. El pensamiento de Montesquieu se hace más imprescindible que nunca en Europa si este viejo y terco continente no quiere repetir los errores institucionales del pasado que tanto daño provocaron a sus ciudadanos durante el sigo XX. Y la República Constitucional se alza sobre los hombros de este gran pensador, para garantizar la libertad política al tiempo que la democracia y la unidad.