El escaso seguimiento de la huelga de Jueces del día 26 de Junio debe ser motivo de satisfacción para el Ministro de Justicia. Su gestión del conflicto, propia del mismo Rasputín, se ha basado en dos pilares fundamentales. Por un lado la compra de voluntades de los Jueces rebeldes a través de mejoras retributivas y vacacionales, privilegiando su situación personal en la Administración de Justicia sobre los restantes funcionarios implicados, y por otro, la desactivación del poder de convocatoria de las Juntas de Jueces locales para potenciar el papel negociador de las principales Asociaciones Judiciales, controladas por los partidos políticos. Nadie duda del papel capital de Jueces y Magistrados en el engranaje judicial, pero ello no justifica su actitud complaciente en convertirse en simple casta de funcionarios privilegiados sacrificando cualquier atisbo de noble motivación en sus reivindicaciones. No han querido estar a la altura de una oportunidad histórica. La soberbia ha ganado a la dignidad. Si no que se lo pregunten a los Secretarios Judiciales, que han visto como a resultas del conflicto han perdido la facultad de control sobre la agenda de señalamientos que les atribuía el proyecto de reforma de la Oficina Judicial. Los jueces deben explicar a una ciudadanía que en su mayoría se solidarizó con la protesta su abandono, máxime la sobrevenida y constante actividad desjudicializadora de Caamaño, reduccionista de las garantías judiciales y en favor de la progresiva burocratización procesal por funcionarios controlados por el poder político, como ocurre con la entrega de la instrucción penal a la Fiscalía o la municipalización de los Registros Civiles. Si tuvieran decencia, explicarían por qué renuncian a la dignidad por un plato de lentejas, aceptando dócilmente la sumisión al Poder Político a cambio de mejor salario y menos trabajo. Las asociaciones judiciales han sido un elemento vital en la estrategia del Ministerio. Reconociendo su papel protagonista como únicos interlocutores válidos, se desactivó eficazmente cualquier postura independiente en las Juntas de Jueces, neutralizando a estos órganos asamblearios en favor de la monolítica estructura orgánica de unos solapados sindicatos judiciales. Si a Jueces por la Democracia Caamaño se los tenía ganados desde el principio, Foro Judicial Independiente sale reforzada colgándose las medallas de la mejora de las condiciones crematísticas de los jueces y obteniendo un reconocimiento ministerial y entre sus asociados del que al inicio del conflicto carecía. La Asociación Profesional de la Magistratura por su parte, para no defraudar mucho a sus valedores del PP, prefiere simplemente aplazar la huelga hasta el 8 de Octubre, pero no se niega a rechazar las prebendas de Caamaño.