Sobre un nivel máximo de 6 grados, la crisis económica y la alerta de pandemia gripal se sitúan a la par en el 5. Qué oportuna coincidencia. Es preferible empobrecerse que morir, aunque el pánico a verse arruinado o sin prestigio social empuje al suicido de la vanidad extrema. La mascarilla oculta estos días, incluso en la calle, los rostros de la pobreza, como el miedo a lo inmediato difumina el temor a lo por venir. La respiración de un aire universalmente infectado de virus es aún más igualitario, y por ende más aceptable, que una depresión global de la economía, donde el daño de las quiebras empresariales, o la disminución de la riqueza en los ricos, no es material ni moralmente equiparable al desesperado sufrimiento de los pobres en paro. No estamos diciendo que esa coincidencia de dos temores desiguales haya sido planificada ni provocada. Solo decimos que está siendo muy bien presentada al público, por los gobernadores de los asuntos mundiales, para que pueda ser explotada a fondo por los gobiernos nacionales cuando, a finales de otoño, la depresión de la economía y la expansión de la gripe encierren en sus hogares, y en sus casillas mentales, a una buena parte de la población planetaria. Ha sido llamativa la rapidez en el anuncio al público de la pandemia, en contraste con la tardanza gubernamental en reconocer la existencia y la gravedad de la crisis depresiva de la acción económica. Buena percha para los amantes de las teorías conspiratorias. Pero no hay necesidad de ellas para quienes conocen la lógica de la convergencia espontánea de los decididores de información pública. Así como filósofos de la ciencia, como Popper y Carnap, desarrollaron una lógica de los descubrimientos científicos para reducir la importancia decisiva o única del azar, también la información pública en asuntos que afectan a la salud, aunque provengan inicialmente del azar, está previamente filtrada, y dada a los canales de circulación de noticias, por los directores de los organismos internacionales y nacionales, según reglas inflexibles de la conducta unánime de los poderosos. Si la noticia proporciona mayor importancia y crédito al centro responsable a donde llega, se pone en circulación inmediatamente. Si lo perjudica, o lo hace responsable del acontecimiento, como suele suceder en materia de política económica, la retrasa y la dulcifica. Los gobernantes españoles, habituados a no admitir otra realidad que la oficial creada por ellos, son reacios a reconocer realidades que los contraríen. Zapatero sólo se distingue de sus colegas por el empecinamiento en negar las evidencias. florilegio "Incluso en los descubrimientos por azar (per accidens), en ciencia y arte, hay un contexto histórico y una lógica de investigación que los justifica."