En sus primeros pasos, Obama quiere convencer a los musulmanes -que “han descubierto que el camino de la destrucción no lleva a ninguna parte”- de que no deben ver a EEUU como un enemigo: “Si países como Irán, abren su puño, encontrarán nuestra mano tendida”. Admite que “a veces cometemos errores”, pero que “EEUU no nació como potencia colonial”. La contraposición de la inocencia americana frente a la decrepitud europea crea uno de los mitos fundacionales de los nuevos estados unidos, cuya sociedad de inmigrantes hizo “tabula rasa”.   R. W. Emerson Una de las características del puritanismo de los colonos fue la consideración del disidente frente a la autoridad de la comunidad. Así, se comprende la importancia de R. W. Emerson y H. D.Thoreau y de sus obras “La conducta de la vida” y “Walden”. El primero de ellos ejemplifica el humanismo del Nuevo Mundo: sincero, inconformista, amante de la vida y con una confianza indestructible en sí mismo y en las posibilidades de transformar, primero, América, y después, el mundo; su amigo Thoreau escribió un tratado sobre la desobediencia civil que Martin Luther King estimaba como un “legado de protesta creativa”. Walt Whitman, en “Perspectivas democráticas”, afirma que los estadounidenses tienen “probablemente la naturaleza poética más plena” al creer que el destino de su nación (en la cual “todo puede ocurrir y cualquier sueño puede hacerse realidad”) es el de llevar la paz y la justicia al mundo.   En 1890 William James, siguiendo una observación de Peirce, acuña el término “pragmatismo”, en cuyo maridaje con el “americanismo” verá Heidegger un oscuro signo de los tiempos, al convertir el conocimiento (sobre todo con el rendimiento práctico de las ciencias) en una mera herramienta de dominio. Con su énfasis en el sentido común, la práctica y el desarrollo técnico, esta visión inmanente de las cosas (que son contingentes y revisables) trata la naturaleza como un proceso de transformación incesante.   Con una tradición de aislacionismo, idealismo wilsoniano e imperialismo, no le será fácil a Obama zafarse de las influencias del complejo militar-industrial y abordar una esperanzadora reconstrucción pragmatista de las relaciones internacionales.

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