El bajo nivel intelectual de la clase política desnuda groseramente la gran mentira de esta falsa democracia. La estulticia de los rectores de los partidos y la obediencia irracional al líder como valor sustituto de la lealtad, aparcan las sutilezas y paños calientes dando con descaro voz pública al secreto fundador.   El vicesecretario general del PSOE, D. José Blanco, se ha defendido de las acusaciones de las asociaciones judiciales de no respetar la independencia judicial con sus críticas a la leve sanción impuesta por la comisión disciplinaria del CGPJ al Juez Tirado afirmando que dicho órgano de gobierno de los jueces “no es un Tribunal de Justicia” sino “un órgano político”. La simplicidad intelectual del personaje no le permite exquisitez oratoria alguna para disimilar la verdad del dominio político de la justicia.   Estos personajes, flor de invernadero de los partidos, habría que inventarlos si no existieran, pues sólo con dejarlos hablar despiertan la intuición general de la verdad como sinónimo de la libertad. Y es que, tratando de salir del atolladero en que tal afirmación le había metido, intentó suavizarla subrayando a continuación que “a diferencia de algunos” él si sabe “lo que es la separación de poderes ya que como diputado represento a una ciudadanía que sigue atónita ante una decisión como la adoptada por el CGPJ” y que “si hubiese sabido que alguno de los miembros del CGPJ que han sido elegidos por el parlamento iban a tener el comportamiento que tuvieron, me hubiera replanteado mi voto”.   No está nada mal, el reconocimiento expreso del carácter meramente político del CGPJ se acompaña servido de la advertencia de su obligatoria sumisión a los partidos políticos como requisito de elección de sus vocales. Si a ello añadimos la falsedad de que el Sr. Blanco represente a nadie más que a su propia facción, sobra cualquier comentario o valoración de sus palabras.   José Blanco (foto: PSOE) La difusión de los “pensamientos” de una clase política de ínfimo nivel intelectual como éste de D. José, mediante su reproducción literal, sin nota, aclaración ni comentario, son más eficaces que cualquier columna que los glose para denunciar la ausencia de separación de poderes y en consecuencia, de democracia o constitución. Funcionarios de partido que extremando el celo de su servicio se arrogan una representación inexistente para autoafirmarse en su propio papel sin recato ni disimulo, proclamando a los cuatro vientos las mentiras que los sostienen en el poder.

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