Vuelo al infierno (foto: Michelle) Vuelos de Estado Despegamos suavemente, sin retrasos ni sobresaltos; la clase turista sabe cercana y alegre porque se intuye superior a la condición de ciudadano y algo es algo, pero la verdad es que no tenemos ganas de volar. En la era del bajo coste, el turismo sexual, el deportivo, el religioso, el cultural, el gastronómico, el solidario… muy pocas personas desconocen lo que significa viajar sin ganas. Y este es, como decimos, nuestro caso. Hubiéramos deseado permanecer en casa, cierto que sin lo público, pero también sin lo facticio; sencillamente tumbados o jugando con los niños. Pero volamos, y parece que algunas turbulencias se han cruzado en nuestra trayectoria sin destino. El comandante, que siempre es una voz sin rostro porque en la tradición judeocristiana una voz sin rostro gobierna la nave mejor que cualquier licenciado en aeronáutica, anuncia que somos prisioneros de guerra sin los derechos de los prisioneros de guerra; somos terroristas con derecho a guerra y nada más. Así que cuando hagamos escala en Morón o Rota, según convenga a la discreción, seremos sin nombres o existencias oficiales, según convenga a la difusión. No debemos preocuparnos, las turbulencias pasarán. Eso sí, cinturones abrochados y prensa al regazo. Según parece nadie sabe que recorremos el mundo para dejar de ser humanos. Y quienes lo saben, nos desconocen. Pero es mejor no perder el optimismo. Como siempre ocurre, también hay buenos momentos y estos centros de obtención de información para el desconocimiento, los centros del poder impune, nos han premiado con un nuevo nombre. El mismo que tuvimos cuando desde el Vaticano decenas de los más terribles criminales nazis alcanzaron el alivio suramericano. El mismo que nos dieron cuando, drogados, jóvenes y tremendamente subversivos, nos arrojaron al mar de la Argentina. Vuelos de Estado, así nos llaman. Un bautismo oficiado por los Gobiernos sin rostro, porque en la tradición de la servidumbre, los gobiernos sin rostro hablan mejor que las voces de los Gobiernos. Somos otro vuelo de Estado que termina aunque los Estados no vuelen, ni hablen los Gobiernos. Capucha negra, mono naranja y guajira, guajira guantanamera.