Arcadio Espada (foto: Nono fotos) En un país en el que el conocimiento, la ciencia y la cultura se toleran más que fomentarse, la llegada de una plataforma como la recientemente presentada Tercera Cultura, que pretende establecer puentes entre lo tradicionalmente conocido como “humanidades” y los avances científicos es un soplo de aire fresco en una atmósfera que a ratos parece asfixiante. Integrada por varios intelectuales y científicos, su propósito es el de establecer un movimiento basado en una nueva forma de percibir la cultura, y promover así el desarrollo de una opinión crítica en España, combatiendo supersticiones y dogmatismos. Como recordaba Arcadi Espada, uno de sus promotores más conocidos “la democracia funciona cuando las personas cuentan con un pensamiento crítico”.   La idea no es novedosa ni original, sino que puede considerarse una “franquicia”, en el mejor de los sentidos, de la Fundación “Edge” auspiciada por el intelectual norteamericano John Brockman. Su visión de la cultura engloba el conocimiento científico y tecnológico, la literatura, el arte, etc, buscando el diálogo entre ciencias y humanidades, mediante “la participación de científicos y otros pensadores cuyo trabajo o escritos se basan en un mundo empírico, y quieren ocupar el lugar de los intelectuales tradicionales para hacer visible el sentido más profundo de nuestras vidas, redefiniendo quienes y qué somos”. Su origen se remonta a 1959, cuando el escritor británico C. P. Snow pronunció una conferencia con el título de “Las dos culturas”, en donde apuntaba cómo los “intelectuales literarios” se consideraban a sí mismos los únicos posibles, excluyendo del grupo a los científicos más ilustres. De esta situación surgió la propuesta de una “tercera cultura” que comunicara aquellos intelectuales de formación literaria con los procedentes del mundo científico. Para Snow es tan inculto aquel que no haya leído un clásico de Shakespeare o Cervantes como el que desconoce las leyes de la termodinámica o cómo se transmite la información genética.   Mientras tanto, el aprendiz de intelectual que dice gobernarnos se monta enseguida al carro de los últimos éxitos deportivos para anunciar un nuevo Ministerio del ramo. Qué mejor forma de publicitarse considerando el tiempo dedicado por los telediarios nacionales a la información deportiva. Ojalá nos equivoquemos, pero muy posiblemente la Tercera Cultura Versión Española será más que minoritaria, al fin y al cabo, es lo que hay.

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