José Luis Rodríguez (foto: Partido Socialista) Cuando José Luis Rodríguez, nuestro Presidente, muestra lo sano que le parece ignorar qué cosa pueda ser u olvidar lo que es el franquismo, sabe de lo que habla. La transición política ha obligado a una transición cultural hacia la alienación, el egotismo asocial. Pero si el refugio natural de la mentira en la Historia es el olvido, la transición se olvidará antes que el franquismo.   La cinematografía consumible, nacida del traslado de la perspectiva intelectual desde la reflexión moral hasta el puro entretenimiento, no permite la previsión del futuro porque lo previsible aburre. Los montajes comerciales están obligados a despistar al espectador con intrincados puzzles que, incluso cuando dejan de ser comprensibles, dan apariencia de profundidad a lo que narrado linealmente no pasaría de constituir otro trillado y gris argumento de película mediocre. Los diálogos dejan de expresar una tesitura crítica ante la realidad, condición necesaria para el despegue hacia la estratosfera espiritual, y empiezan a servir una juliana de ingenio.   Al pensamiento cansado de los siervos le ocurre algo muy parecido a lo que la industria del cine ha explotado. Las mentes superficiadas se cansan ante el desolador horizonte de la inmensidad que hay que recorrer, incluso cuando algunos frutos parezcan ya cercanos. Y el ingenio volátil conduce a la misma miseria creativa que necesita ser sustituida por la reconstrucción dirigida del presente.   La política se ha convertido en un chorro de imágenes que se consumen calientes y son preparadas en microondas. Lo que se denomina actualidad, que debería consistir en una realización del Poder (con todo lo que ello implica), se ha convertido en el suculento presente nuestro de cada día –amén. Si lo existente se convierte en lo exigido por mandato gubernamental, lo realizado, debe forzosamente convertirse en lo ocultado. Y esto, en lo olvidado.   Cuando el señor Rodríguez, recién llegado de una cumbre a la que tuvo que acceder por la puerta de servicio, finaliza su declaración describiendo el régimen de Franco como el “que no contaba nada en el mundo, que no era respetado” el cerebro de cualquier persona digna necesita una transición verdadera hacia el descanso. Fundido en negro.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí