Si no hace mucho fue el Monarca quién habló para demostrar su incondicional apoyo a Zapatero, diciendo que confiaba en él y alabándolo, ahora es la Reina quién en una entrevista concedida a Pilar Urbano, previo cuestionario, hace declaraciones políticas, dando su opinión sobre la eutanasia, el aborto, los matrimonios entre homosexuales, la Iglesia Católica, incluso sobre política internacional como lo son las guerras de Irak y Afganistán. Medidas algunas de ellas en proceso de introducción en la sociedad actualmente y otras aprobadas por los distintos Gobiernos españoles. La Monarquía partitocrática no funciona con ideologías pero las utiliza para crear hábitos y costumbres en la sociedad civil. El PP y los nacionalistas para las más reaccionarias y tradicionales y el PSOE e IU para la “progresía”. En el caso de los Monarcas han hecho lo mismo. El Rey se posiciona al lado de Zapatero haciendo creer que se identifica con su demagogia y la Reina al lado de la Iglesia Católica y en contra de las medidas de Zapatero, en virtud de su “conservadurismo”; los intereses económicos del Jefe del Estado y su familia están a salvo. Su acuerdo en la Transición fue el silencio a cambio de prebendas pero en situaciones como las que atraviesa España en estos momentos ha sido necesario que hablen y se posicionen en los respectivos papeles que les corresponden para mantener las falsas creencias de las ideologías y en plena crisis económica el régimen se mantenga. Todo vale para que cale en la sociedad civil, desposeída del derecho a la libertad política y sin vinculación alguna con la Monarquía de Partidos, la opinión que los medios de comunicación del poder le va inyectando. El juego es peligroso, por la división que están fomentando en la opinión pública. La prueba es que Rajoy calla y asiente como oposición, Zapatero remueve insistentemente la memoria histórica. Estamos en un momento en el que todos los resortes se han puesto en marcha para que parezca incluso que hay debates políticos. Pero ni son debates, ni mucho menos políticos. Hacía falta mover a la Reina y la Reina se ha movido. Doña Sofía de Grecia (foto: Óscar Galván)