Benguela, Angola (foto: Óscar) Generación de libertad Deseo recordar las palabras que un hombre leal supo decir como oración fúnebre a su amigo Harold Abrahams, atleta campeón en el París del 24 y judío en medio de protestantes: "Loemos a los hombres famosos y a los padres que los engendraron. Todos ellos fueron colmados de honores durante su vida y constituyeron la gloria de una generación. Hoy, nos hemos reunido aquí para dar las gracias por la vida de la generación de la libertad. Cerrando los ojos podemos recordar a aquellos hombres jóvenes, con esperanza en sus corazones y alas en sus pies."   Hoy deseo expresarlas en honor a quienes escriben en este Diario y para conocimiento de todos los lectores de estas líneas. En cada generación siempre destacan quienes perseveran en la búsqueda incansable de los ideales que dan sentido a la vida. Aquéllos que son intuidos en la primera juventud y que van adquiriendo forma y vigor en esta búsqueda de la sabiduría que es la vida bien vivida. De todos los ideales el primero es la conquista de la libertad política. Por eso estamos aquí. Aquí se reúnen hombres que creen en la verdad como pauta de vida diaria, como hábito de la inteligencia, que aprovechan cada momento que ofrece la acción para mejorar su espíritu. Sin tregua, la conquista de la propia dignidad no tiene descanso. No resignados a la desmoralización ni a la vulgaridad. Una sociedad civilizada se teje con hombres civilizados. Y es responsabilidad de cada uno distinguirse y resistir en medio de la adversidad. Perpetuamente rebeldes. No hay opción: o se elige la verdad o se vive como esclavo. No es tiempo para los tibios. Al final, cada uno se justifica frente a su propia vida cuando mira hacia atrás. Mientras hay tiempo, esa es la lección. La libertad que abre la puerta a la verdad, única forma digna de estar vivo, jamás será conquistada por los resignados. Pero también para ellos han sido escritas estas reflexiones.

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