Como les sucede a todos los conceptos empleados por la clase politica del Estado de Partidos, que solo contemplan los efectos propagandísticos de las palabras que los acuñan, el inventado por el Rajoy congresual, respecto al tipo de oposición que hará al Gobierno del PSOE, no solo indica su falsedad idiomática, un verdadero anacoluto, sino la voluntad del remozado PP de no realizar acción alguna que tenga los rasgos definitorios de la oposición politica. Buena prueba de que “oposición constructiva” quiere decir exactamente ausencia de oposición, es que el jefe del PP, al concretar las medidas en que se traducirá su acción constructiva, no tiene más remedio que atenerse a las promesas de consenso y pactos de Estado con el Gobierno, en todo lo que para los partidos estatales es asunto de Estado. Prácticamente, en todo lo importante (terrorismo, inmigración, justicia, asistencia social, inflación, estatutos, reforma constitucional, unidad europea, etc.), y en lo accidental (almuerzos, funerales, viajes, bodas, etc.) A nadie se le oculta que donde hay consenso y pacto no puede haber oposición. Entendida en su significado clásico, la oposición pretende colocarse en la posición ocupada por el partido gubernamental, mediante una doble acción: la destructiva ante la opinión pública de las ideas y proyectos edificantes que lo auparon al Gobierno, y la constructiva ante la sociedad política de una alternativa gubernamental mejor que la existente. Este doble aspecto de la oposición, dio lugar al nacimiento en la monarquía británica de la idea de oposición leal a Su Majestad. Concepto creado por el gran Bolingbroke, en el siglo XVIII, para aclarar que su oposición destructiva al Gobierno del corrupto Walpole –quien transformó de hecho la Monarquía Constitucional en parlamentaria- era compatible con la lealtad a la Corona. La oposición al partido del Gobierno, para ser tal, debe ser destructiva. Al parecer, reduciendo la acción politica a los buenos modales con la que se expresa, Rajoy entiende por oposición constructiva la que se manifiesta con lenguaje amable y buen talante, sin negar el diálogo con los nacionalismos separatistas. Debería comenzar por no maltratar al idioma, como hace al unir el sustantivo oposición con el calificativo constructiva que lo desnaturaliza. florilegio "Los que creen que, para ser eficaz, la crítica al poder ha de ser constructiva, desean que toda crítica política sea mero asesoramiento al que lo tiene."