Los sueños se van recogiendo en el árbol negro sin hojas, donde se arropan desde el mundo interior de su autora.
Fortaleza, color verde aceituna combinado con amarillos infinitos muy matizados.
Hay negros con esferas naranja, como si Murillo quisiera dar una oportunidad a la felicidad y la esperanza, como una costumbre antigua que se practica hoy todavía.
Los naranjas son símbolo de la felicidad, ya que el naranjo florece con infinidad de minúsculas florecillas de azahar, y se regala a las novias para que tengan felicidad y mucha prole.
Otro significado del naranja en La Argentina es “Tango”, hermosa palabra que nos recuerda a la fantástica danza, que expresa musicalmente el drama de la vida.
El árbol negro situado en la parte izquierda del cuadro da la entrada a las ramas que van componiendo el espacio que utiliza la autora como si se tratara del árbol de Adán y Eva, que cometieron el pecado original según la leyenda primitiva.
Como si Chagall espiase a Carmen, que en el embrujo de Córdoba se inspirase en las pecadoras y los pecados que Julio Romero nos ofrece en su mítico museo.
Derrocha creatividad la autora, sin tener débitos visibles, salvo con su mundo interior donde los duendes luchan como en la vida misma. Y el alma se debate en su lucha por sobrevivir.
Una vez plantado el arte clásico, empieza a germinar el futuro, donde el color ama a su autora. Y ella lo encauza por el camino abstracto, dando grafismos destrozados que amarían Derain y Matisse.
Hay narcisos que enamoran el pasado, recuperando el presente.
Carmen pinta en su habitáculo cerrado la obra parece estallar en una explosión dirigiéndose hacia las fronteras de un sueño.
La pintura de Carmen Murillo traspasa el ojo del espectador con pinceladas fuertes que parecen romper el espacio, soltando toda la energía que lleva en su interior.
Es de un salvajismo ancestral que entrega al soporte como un regalo, entre los cromatismos que irradian luminosidad al que observa, con una pasión sensual que reparte su autora hacia el gentío que mira y se emociona con el conjunto de su obra.
Carmen se sale de la norma. Sin que ninguna escuela le haya dejado huellas. Mientras cabalga hacia un mundo mágico donde deberían estar aparcados los artistas de valía caminando hacia el volcán de la vida.
Ilustración de Carmen Murillo