La impostura carnavalesca en la que se ha convertido la actual política española la transforma en un continuo “baile de máscaras”. Como en los tiempos de Larra, una cosa es lo que se piensa, otra lo que se dice, otra lo que se escribe y otra lo que sale publicado. Acaba de salir a la luz un libro que va derecho al grano y se titula precisamente con una paráfrasis de San Juan de la Cruz, donde esta vez los pájaros han sido sustituidos por gaviotas, el ave que figura como símbolo en la bandera del Partido Popular.
Con prólogo del ex ministro socialista y gay Jerónimo Saavedra, “Gaviotas que ensucian su propio nido”, redactado por la escritora Illy Nes y su colega Alfred Molley, recoge las memorias del recientemente fallecido Carlos Alberto Biendicho, fundador de la Plataforma Popular Gay, militar y político conservador que padecía el SIDA. En ellas se describen cinco “outing” o “salidas del armario” del actual presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, un tema “tabú” que se relata de forma muy documentada.
Este “libro-bomba”, que ha sido puesto a la venta en formato digital por Bubok.es, retrata también por boca de Biendicho a toda la plana mayor del PP en una época en la que asumió el hecho homosexual con más libertad y simpatía que ahora: Rita Barberá, Luisa Fernanda Rudi, Mercedes de la Merced, Miguel Angel Cortés y un sinfín de dirigentes “populares” desde Aznar, Esperanza Aguirre, Gallardón o incluso la Reina Sofía aparecen en el libro apoyando o rechazando las tesis de Biendicho sobre la homosexualidad en el PP. También se refiere al “caso Michael Portillo”, el dirigente conservador británico hijo de Luis Gabriel Portillo, conocido político exiliado y republicano español. Michael confesó haber sido gay en su juventud pero haber abandonado ahora la práctica homosexual, como algunas personas hacen tras contraer matrimonio heterosexual. El debate sobre su bisexualidad oculta y aflorada tuvo lugar en Inglaterra en 1999 pero al parecer esta liberación del complejo homosexual está aún vedada en nuestro país.
Por esta razón, este diario se propone abrir los armarios, airear el ambiente y publicar los capítulos más polémicos y controvertidos de este libro y promete además abordar este asunto en sus espacios informativos, pues posee datos sobre otros conocidos políticos españoles en el armario y con doble vida. Creemos que la mejor manera de luchar contra la homofobia, una lacra que exige un permanente combate, reside en primer lugar en la máxima transparencia de los cargos públicos y en que estos no puedan ocultar nunca sus conductas privadas, por una cuestión de coherencia personal y política, por respeto a sus electores y para que no puedan ser nunca objeto de chantaje por ningún tipo de poder económico, político o mediático. El “caso Dívar” está ahí tan reciente que huelgan demasiados comentarios sobre el particular.
En el libro, Juan Antonio Herrero Brasas, profesor de Ética Aplicada en la Universidad de California y colaborador de El País y El Mundo, señala en un artículo titulado “Outing: una medida punitiva”, como “el hecho innegable es que, para la inmensa mayoría de la gente, la etiqueta de gay o lesbiana, particularmente si se trata de un político, y no digamos de un obispo, puede tener nefastas consecuencias. De ahí la amenaza del outing. Quien lleva a cabo el outing se erige, por tanto, en “tribunal popular”, por así decir, que juzga y condena. La cuestión es si la sentencia se basa en pruebas sólidas y exhaustivas o en meros cuchicheos”.
Y Herrero Brasas, que años antes se había mostrado menos condescendiente, ahora concluye: “hay casos en los que el outing puede estar justificado. Para empezar, no es imposible encontrar pruebas irrefutables y suficientes de que una persona tiene una orientación gay o lésbica, aunque pase por heterosexual. Únicamente cuando una persona está en un puesto de poder desde el que, de modo repetido, injustificable y ensañado, promueve algún tipo de opresión contra gays y lesbianas, (marginación social, discriminación jurídica, ridiculización en público, etc…) veo justificado el outing. Es importante entender que las condiciones son muy estrictas. Sin embargo, cuando se cumplen, y sin duda hay casos en que se cumplen, el outing pasa de ser una medida punitiva a ser una medida de justa autodefensa. El outing es, en cualquier caso, una medida extrema, una medida violenta que sólo se justifica como última respuesta a una agresión también violenta.” Comenzaremos la serie el próximo lunes en nuestro diario.