PACO CORRALIZA
Comienzo este artículo el mismo día y mes en que se publicaba, el año pasado (27/12/12), la octava parte [«VIII»] de esta serie, aparentemente, interminable. En el primer párrafo de aquel artículo escribíamos: “Hoy, entre estas fechas arropados, escribiré color dando brochazos, brochazos de amores, tanto míos como prestados; incluso de Nietzsche daré martillazos. Escribiré sin orden y sin razón, escribiré en nombre del Amor. Porque el Amor, siendo personal y valiente sin ser temerario, por ser humano es extra-racional; porque es voluntario, porque es espiritual, porque es más que un sentimiento en la «psiquista» mente, porque es inteligente y porque ve la Verdad.”
Sin embargo, por falta de espacio durante el amable recrearse en el Amor con «prestamistas» de talla (Picasso;Santayana; Tocqueville; García-Trevijano; Pascal y Hannah Arendt glosando a San Agustín) aquel artículo concluyó así: “Después de estas coloridas alegrías, dejaremos para otro día los martillazos de Nietzsche y la pugna con las ideologías. Hoy sólo Amor; hoy, sólo verdades. Libertad. ¡Alegrías espirituales!”
Pues bien, nos tomamos la propia palabra y hacemos del día de hoy aquel «otro día» del año pasado; y nos concedemos, dentro de esta larga serie, un nuevo «recreo»: creyendo, creando y recreándonos en el Amor. Y los «martillazos» de Nietzsche lo serán, pero también habrá caricias de terciopelo; unos y otras separados: con pasional bisturí, con espiritual escalpelo.
Es imposible exagerar la importancia del Amor en la vida del ser humano: tanto el «ser» como el «humano» brotan de esa fuente; que es, por eso, fuente de «Vida». El Amor, si nace de la Voluntad consciente, es el manantial del «ser»; del único «ser» existente: el «ser de Verdad» que el espíritu personal, desprendido de sí mismo, afirma y comprende en otro espíritu personal; y viceversa. Entre esas dos singulares esencias personales vivas, sólo entre ellas, surge el «Inter-Esse». Y de éste «Esse» [«ser»] «Inter» [«entre»] aflora lo único auténticamente «humano» del «ser humano»; de cada «ser humano»: porque lo que es iluminado, justamente, son los propios «seres humanos» que, flanqueándose «entre-sí», se afirman y personifican recíprocamente. Por eso, fuera del «Amor-Inter-Esse» no hay «ser», no hay «ser-de-Verdad»; y, por tanto, no hay «ser humano» ni, mucho menos, «ser-veraz» y «ser-libre». «Ser humano» es lo mismo que «ser amado» y que «ser comprendido». Así de sencilla es «la Verdad»: «antes sencilla que muerta», al revés de como dice la canción popular. [«Libertad-reconocimiento»; «Libertad-personificación»].
El «Inter-Esse» es una «co-afirmación» pura, es un puro «Entre-Sí»; sin otrointerés que «Él» [«Inter-esse»] mismo; y, por tanto, sin juicio y sin prejuicio. El Amor no juzga, sino que, incansable, ajusta y reajusta personas (verdades), libremente, entre sí: si hay algo que «puede ser» verídica y libremente, pacífica y sostenidamente «justo», es el Amor. [«Libertad-preparación»].
“Lo que se hace por amor acontece siempre más allá del bien y del mal”(1), nos dijo precisamente Nietzsche en su libro “Más allá del bien y del mal” (1886). Una de las frases sobre el Amor más grandiosa (y más pequeña) que se haya escrito jamás.
El «ser humano» (inexistente género de especies existentes), que ni es ni se manifiesta sino en la singularidad de «cada ser humano» (especie), no es ni «puede ser», en absoluto, «ser comprensor» (como le calificó la invidente «Psique» de Martin Heidegger, maestra idólatra del «poder-ser»; martín pescador en un río sin peces) si, previamente, cada una de sus «especies» no «re-luce» como «ser-amado»; es decir: «ser afirmado», «ser comprendido» y, poco después de nacer, «ser Nombrado». O sea, sin haber «nacido al Amor»; sin haber pasado del «Reino de la Materia» al «Reino del Espíritu» (tan bien distinguidos por Santayana(2)); sin haber sido, en fin, una «especie» de «niño»; o «niña», como se quiera. Pero, ¡qué fácilmente olvida esto la anciana «Psique» y su vieja «Razón», su viejísima «auto-Razón», ancestralmente lastrada y arrastrada por su ciega autosuficiencia, su cegato auto-interés, sus ciegos hetero-juicios y sus auto-prejuicios, invisibles a sus opacos “ojos ciegos”.(3) [«Libertad-ser-acción-vida»]
El «racio-psiquista» pensamiento moderno se centró, desde Descartes [«III»], en las predispuestas e imprudentes ambiciones de la «Psique» (esa auto-organizada “máquina de supervivencia”(4), esa organización material auto-conservadora, análoga a la superviviente en animales y bacterias). En consecuencia, fue perdiendo la auténtica noción de «ser» y, con «esse-ser», se pierde, «ipso facto» la noción de «ser humano», que implica tantas veraces «nociones» como «seres humanos» viven en el mundo; y existen, además, por miles de millones. Todas esas vivientes verdades fueron liquidadas y condensadas en un metafísico «hombre» inexistente; o en el no menos quimérico «individuo» genérico: el «individuo-hombre»; el «Yo»; el «homo-autónomo» (Kant) [«IV»; «XII»]; el auto-interesado «átomo social» (Hegel) [«XIII»; el «hombre total» [«XVI»] o las “personas en la medida en que son personificación de categorías económicas”(5) (Marx). Lexemas e intereses vacíos, grandilocuentes absurdos, «psiquistas» aberraciones moralizantes; inhumano totalitarismo; muerte del Amor; veneno serpenteante: vida ensimismada, fatal e individualmente convertida en recuerdo de muerte («el-sí-mismo-resuelto-a-poder-ser-sí-mismo» que obsesionaría después a Heidegger).
Sobre el desbordado coraje y la sintética agudeza del espíritu filosófico más inteligente del siglo XIX alemán recayó toda esa siniestra lápida «psiquista»; todo ese peso muerto de «racio-psiquismo» materialista delirante, toda esa insoportable pesadez bastarda individualizante; sobresaturada de interés, juicios, prejuicios y de «no-ser»; cegada de «poder-hacer»; entregada al «Poder». Lo pagaste caro, amigo Friedrich Nietzsche, aprisionado en tus propias redes; redes que otros tejieron y que, frenético, trataste de romper mientras más se tupía de utopías ajenas y tuyas. Buscando el «sí-mismo» se encuentra… «nada»; se encuentra un vigilante guerrero y un celoso ladrón; y ningún corazón; entre el «yo» y el «sí-mismo» se halla el «entre-No»: el «No-sí-mismo»; la afirmación de la negación, la negación de la afirmación: la sima del «No-Amor»; una oscura cueva en un profundo abismo.
Recordemos lo escrito por el excelente biógrafo del pensamiento de Nietzsche, Rüdiger Safranski (1987): “Fueron los «años salvajes de la filosofía»: Kant, Fichte, Shelling, la filosofía del Romanticismo, Hegel, Feuerbach, el joven Marx.[…] La razón de ello era el reciente descubrimiento del «Yo». […] Los filósofos se percataron de que «el hombre» era el autor de las cosas […]. Nadie sabía ya lo que significaba «ser». […] ¿Qué hacer en esta situación? Cuando se es el hacedor, hay que hacer tanto como sea posible, hay que construir el futuro mediante acumulaciones frenéticas.”(6)
Y concluimos citando a Friedrich Nietzsche el gran incomprendido y, quizá, la más insigne víctima de su época y… de su «sí-mismo»,… de su «sí-no mismo»; mostrando, como en tantas y tantas ocasiones, una desgarradora sinceridad lapidaria, incluyendo sus contradicciones:
– [1887]. “No hay «ser» alguno detrás del hacer, del actuar, del devenir; «el agente» es algo ficticio que se añade al hacer; todo se reduce al hacer.”(7)
– [1887]. “Entonces descubriremos, como el fruto más maduro de su árbol, al individuo soberano, sólo igual a sí mismo, que ha vuelto a liberarse de la moral de las costumbres, al individuo autónomo, colocado por encima de la moral (ya que «autónomo» y «moral» se excluyen entre sí) […]. Descubriremos al hombre de voluntad [y] conciencia orgullosa […], una verdadera conciencia de poder y de libertad un sentimiento de plenitud del hombre en cuanto tal.”(7) [Recordemos aquí la frase de Voltaire (1776): “ser verdaderamente libre es poder” (8)]. [«XXXV»]
– [octubre 1888, en el prólogo de “Ecce homo”, a menos de tres meses de su colapso psíquico -03/Enero/1889-]. “Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. […] Yo vivo de mi propio crédito ¿acaso es un mero prejuicio que yo vivo?… Me basta hablar con cualquier «persona culta» de las que en verano vienen a la Alta Engadina para convencerme de que «yo no vivo».”(9) [«XV»]
(1) NIETZSCHE, Friedrich. “Más allá del bien y del mal”. Ediciones Folio, S.A. 2002. [Ed. orig. 1886].
(2) SANTAYANA, George. “Los reinos del ser”. Fondo de Cultura Económica. México, D.F. 1.959. 2ª Reimpresión-2.006. [Ed. original 1.942].
(3) SANTAYANA, George. “Soliloquios en Inglaterra y Soliloquios Posteriores”. 49-“La Psique”. Editorial Trotta, S.A. 2009. [Ed. original: 1922].
(4) DAWKINS, Richard. “El gen egoísta”. Salvat Editores, S.A. 1990. [Ed. orig.: 1976].
(5) MARX, Karl. “Prólogo a la primera edición de «El Capital»” [1867]. En “Karl Marx. Escritos sobre materialismo histórico.” Alianza Editorial, S.A. 2012.
(6) SAFRANSKI, Rüdiger. “Shopenhauer y los años salvajes de la filosofía”: Tusquets Editores, S.A.. 2011. [ed. orig. 1987].
(7) NIETZSCHE, Friedrich. “Genealogía de la moral”. Edimat Libros, S.A. 1998. [escrito en 1887].
(8) VOLTAIRE. “El filósofo ignorante”. Fórcola Ediciones, 2012. [escrito: 1766].
(9) NIETZSCHE, Friedrich. “Ecce homo. Cómo se llega a ser lo que se es”. Alianza Editorial, S.A. 2011 [escrito 1888].