Javier_Torrox

JAVIER TORROX.

No somos una marca. Lo podrá decir este Gobierno de partido o su poblada clá de cortesanos y medios adictos, pero no somos una marca. Ni lo es España ni lo somos sus habitantes.

A menudo, cuando se ha celebrado esa horterada cutre de concurso de Miss España, se ha discutido públicamente la oportunidad de que una empresa privada utilice el nombre del estado para lucrarse. De hecho, la Ley de Marcas -de 2001- señala que “se entiende por marca todo signo susceptible de representación gráfica que sirva para distinguir en el mercado los productos o servicios de una empresa de los de otras”. ¿Cuándo dejó el estado de ser la personificación jurídica de la nación para convertirse en el producto o servicio de una vulgar marca comercial? ¿Cuál es el producto de la marca España, señor Rajoy? ¿O lo que prestamos son servicios? ¿Qué servicios entonces? ¿Le serviremos los martinis a Merkel y a esos burócratas de la UE que se eligen a escondidas entre sí y de los que nadie conoce sus competencias pese a que son nuestro gobierno de facto? ¿Para qué sirve usted, señor Rajoy? ¿Será usted quién les sirva los martinis? ¿Por qué cumple usted órdenes sin rechistar de unos señores a los que los españoles no hemos elegido? Bien es cierto que los españoles tampoco hemos tenido nunca la oportunidad de elegir a nuestro gobierno, pero no por ello es más soportable que nos imponga acciones y legislación un grupo de extranjeros desconocidos.

Ahora lo entiendo. Es que usted se cree que el estado es usted. Vaya con el luisito registrador de la propiedad, que al estar persuadido de estar prestando grandes servicios como presidente, confunde esa ilusión bárbara con el objeto de la existencia del estado: ¡usted cree que son sus servicios los que presta la marca España! Pues sepa usted y todos sus lacayos de partido y cronistas orgánicos que España no es una marca. No está en venta. Tampoco se alquila.

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