PACO BONO SANZ.
“El PSOE quiere que sus miembros sólo puedan ocupar un cargo y que, cuando sean incluidos en una candidatura, se comprometan por escrito a renunciar a su anterior puesto si resultan elegidos; y en el caso de que esto no se pueda cumplir, debido a la naturaleza de sus responsabilidades, contempla la posibilidad de que mantengan sus dos cargos y paguen entonces al partido una cuota especial procedente del sueldo de uno de ellos”. (Diario El Mundo.es / 26-01-13)
Lo que parece una noticia normal, puesto que estamos acostumbrados a vivir en la mentira política por sistema, por consenso, aquel acuerdo político que nos impuso como democracia lo que no es y nos vendió una falsa conquista de la libertad mediante una Constitución ni constituida, ni constituyente de nada, es en realidad un escándalo con mayúsculas.
La cúpula de dirigentes de uno de los dos grandes partidos-Estado subvencionados, que conforma además un gobierno conspirador en la sombra cuya arma rastrera es la sindical, también financiada, y su enorme poder coactivo, se ha propuesto lavar su imagen simulando austeridad, cuando en verdad pretende o colocar a más amigos en puestos políticos o financiar el partido a través de los dobles sueldos. ¿Quién hace las listas cerradas o abiertas en las elecciones? Las cúpulas de los partidos. ¿Quién establece los sueldos de los cargos electos? Las cúpulas de los partidos. Esas moles acaparadoras del poder absoluto, gobiernen o no, necesitan más financiación, y para ello no dudan plantear abiertamente la imposición de tasas revolucionarias a sus esbirros en las instituciones, abriendo la puerta a un nuevo saqueo al erario público.
Si los medios hegemónicos actuaran con lealtad a la verdad, tratarían esta información de otra manera, o empezarían a hablar del doble, triple y cuádruple Estado que suponen algunos partidos, de la estafa de la oposición financiada fuera de las instituciones, de la multiplicación de cargos y de estructuras públicas sin más razón que la de servir a los intereses de los partidos. El problema real de España no es el número de cargos que pueda acaparar una sola persona, sino el poder que poseen dichos partidos gracias a esta monarquía parlamentaria de Estado repartido. Sus cúpulas sólo desean la supervivencia de su régimen ante la crisis, la perpetuación de la democracia que nunca ha sido, del engaño. Ahora bien, todos los medios de comunicación que encubren la gran mentira de este régimen con medias verdades son tan responsables de la ruina como los herederos de la Transición. ¿Qué importa el número de cargos si al final el partido lo es todo? He aquí el verdadero problema.