Las recientes declaraciones de Donald Trump acerca del abandono de Estados Unidos del Tratado de París han hecho necesario por mi parte exponer algunas ideas al respecto. Asimismo, Antonio García-Trevijano analizó la ruptura paradigmática a la que se ve avocada la política internacional, a colación del cruce de declaraciones entre la líder europea y el presidente norteamericano.
«Sin tener planificada mi intervención me veo obligado a mantener un análisis crítico permanente cuando la trascendencia de lo sucedido tiene la relevancia de lo acaecido ayer. Este momento será recordado como un punto de inflexión en la Unión Europea.»
Las palabras de Merkel en la conferencia de Múnich no dejan a nadie indiferente: Europa ya no puede confiar en Estados Unidos ni en el Reino Unido a la hora de decidir su destino.
Don Antonio apunta que «si bien es un hecho conocido por todos, no por ello, estas declaraciones dejan de ser una novedad en la esfera política internacional. El hecho de que se nombre directamente a RU y EEUU es gravísimo, no por el significado intrínseco de la afirmación, que no debe sorprender a nadie, sino porque rompe con el discurso oficial propagandístico seguido desde el final de la Segunda Guerra Mundial».
En este sentido, es sabido que, con la pretensión alemana e italiana de sobreponerse al pesimismo tras haber perdido la Segunda Guerra Mundial, los medios de comunicación presentaban la creación del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951, como una brillante iniciativa de los dirigentes de Francia, Italia y Alemania. Esta presentación empero, no fue más que propaganda, pues CECA, germen del Mercado Común Europeo (1957) y de la Unión Europea (1993), fue un proyecto ideado por Jean Monnet (un hombre procedente de la banca de inversión) y apoyado por Dean Acheson, Secretario de Estado norteamericano en aquel entonces, con la finalidad de no repetir el patrón bélico franco-alemán que había tenido lugar en las dos guerras mundiales.
Este antecedente fundamentó el mantra de que tras el Mercado Común Europeo, la Unión Europea había sido fruto del esfuerzo y entendimiento europeo, especialmente de Francia y Alemania con el Reino Unido, edificando, así, sobre las ruinas de la Guerra Mundial, el supuesto éxito de la Unión Europea y la creación del Euro.
Afirmó taxativo D. Antonio que, «toda esa visión histórica se ha venido abajo con un solo discurso de Angela Merkel al emplear dos expresiones concretas: la desconfianza (hacia Reino Unido y Estados Unidos) y pelear (por nuestro porvenir).»
Ante tales declaraciones, observamos cómo Angela Merkel ha reconocido tácitamente que, hasta ahora, la Unión Europea ha sido mantenida militarmente por la OTAN, primero ante el enemigo soviético y hoy, ante el supuesto adversario que es la Rusia de Vladimir Putin.
Lo que la Sra. Merkel ha puesto sobre la mesa es, nada menos, que el concepto del porvenir de la Unión Europea. El cual se antoja más que incierto, pues la Canciller no se ha apoyado en estrategia o argumento alguno para defender sus declaraciones. Al contrario, ha destruido las esperanzas depositadas en la Unión Europea. Aquellas basadas en los principios supuestamente adquiridos tras la creación de la CECA, el Tratado de Roma y la creación de la propia Unión Europea.
Esto confirma varias conclusiones a las que D. Antonio había llegado tiempo atrás y que algunos habíamos escuchado de su propia boca en numerosas ocasiones, desde hace ya varias décadas. Sabemos que D. Antonio García-Trevijano financió la campaña del ‘NO A LA OTAN’ por considerarla obsoleta, ya a principios de los años 80.
“La OTAN, efectivamente, está obsoleta. El ataque de Merkel a Trump (y su insulto a los pueblos europeos, quienes creían que su porvenir descansaba en sus manos) proviene del despecho consecuente a que, el Presidente de EEUU y la Primera Ministra Británica, Theresa May, le hayan dejado fuera de la partida”, sostiene Trevijano, haciendo referencia al Brexit y a la nueva dirección que tomará la política intercontinental de Estados Unidos a partir de este momento.
Las palabras de Trump han manifestado un hecho objetivo, que no es otro que la balanza comercial entre Alemania y EEUU produce superávit a favor de Alemania. En este sentido D. Antonio resalta lo siguiente:
«Este hecho no justifica sus declaraciones, pues ha dicho literalmente que los alemanes son malos, muy malos. Pero todavía justifica menos que la Canciller declare que el provenir de Alemania, no estaba ni ha estado nunca en manos de los alemanes»
Angela Merkel ha constatado lo que ya todos sospechábamos, i.e., que la UE por sí sola no hubiera podido sostener el nivel de vida que han mantenido sus ciudadanos. Principalmente porque la OTAN estaba sostenida por EEUU. En este sentido, Merkel se ha revelado y ha anunciado el fin de una época, aunque todavía no sea percibido de este modo.
¿Y qué anuncia en su lugar? «Nada. No existe más que Alemania, ya que la unión franco-alemana es muy débil, puesto que Francia no dispone de un potencial suficiente para garantizar el mantenimiento de la Unión Europea tal y como está concebida, así como el Euro y el Banco Central Europeo».
García-Trevijano despedía esta intervención con una reflexión que haríamos bien de tomar en consideración. Mención que confirma la visión que «fundamentó la creación del MCRC, en cuanto el paradigma español también fue producto de la Guerra Fría, ya que la instauración de la partidocracia italiana después se reprodujo en España, del mismo modo que supuso la creación de la OTAN. Esto se ha terminado», concluía categórico.
Aunque las críticas de Merkel puedan tener cierto fundamento en cuanto que las razones técnicas explican el superávit de la balanza comercial a su favor (exportaciones en el sector automovilístico, el precio del petróleo, el BCE…), lo fundamental aquí es que Donald Trump ha roto con la rutina y eslóganes que se vienen manteniendo como axioma (y como dogma) en las últimas tres y cuatro décadas. La política se reduce a «la lucha por el poder» y Trump está luchando por el triunfo de su política, atacando el Tratado de París sobre el Calentamiento Global o la Política de Refugiados, y tomando distancia respecto de los acuerdos adoptados en los últimos años. Se ha producido la ruptura de confianza en la inercia del pasado. Esta confianza dispuesta por los dirigentes europeos ha terminado, lo «políticamente correcto» ya no justifica que se siga recurriendo a banalidades en la toma de decisiones. Ahora la gente debe recuperar el sentido de la política, algo que nunca se debería haber abandonado.
«El destino de Europa ya no está en manos de la Sra. Merkel, quien a su vez lo había confiado al mundo político anglosajón. Si ya no podemos confiar en Reino Unido ni en Estados Unidos, como nos dice la Sra. Merkel, mucho menos podremos confiar en ella, cuya estrategia discursiva se basa únicamente en el despecho. El fin de esta etapa hará de los análisis rigurosos una visión de la realidad imposible de ignorar.
Anuncio una nueva etapa en la que tanto España como Hispanoamérica deberán ampliar su conocimiento del contexto mundial y el papel que juegan en su desarrollo desde una perspectiva realista. Debemos ser coherentes con este destino, y luchar por conseguir la Libertad Política Colectiva, apoyándonos mutuamente.»
Como podemos observar, se trata, una vez más, de un brillante análisis que pone sobre el pavés las causas, consecuencias e intereses velados del contexto político que nos ha tocado vivir. Las relaciones internacionales atraviesan un período de inestabilidad e incertidumbre extrema. El paradigma global va, inexorablemente, camino a la ruptura. El nuevo status quo que surgirá en España, en Europa, en Estados Unidos, en Sudamérica y en el mundo entero está ahora, más que nunca, en las manos de la sociedad civil.