PATRICIA SVERLO.

Ajustando las piezas

Independientemente del hecho de que se ejecutara bien o mal, antes del fracaso –sólo relativo– del desenlace final, el golpe del 23-F pasó por un proceso más o menos largo de preparación, con multitud de reuniones y actuaciones previas de los implicados, de las cuales hay confirmación oficial y que no ponen en entredicho el alcance de la conjura. Se tiene constancia de que, ya en el mes de julio de 1980, se reunieron el teniente coronel de la Guardia Civil, Antonio Tejero, Pedro Mas (ayudante de campo del general Milans del Bosch en la III Región Militar de Valencia) y el civil Juan García Carrés, para comenzar a planificar el operativo que tenía que tomar las Cortes. El rey en aquellos momentos se hallaba en una ronda de conversaciones con los dirigentes de la oposición (Felipe González, Manuel Fraga, Santiago Carrillo…). Aunque hay pocos datos sobre estas entrevistas, se sabe que se hablaba fundamentalmente de la crisis institucional y de una posible salida con un gobierno de coalición, de “salvación nacional”. Según fuentes muy diversas, Suárez era casi el único ausente de la “operación Armada”. Pese a aquel digno gesto de no quererse echar atrás, Carrillo parece que sí estaba en la operación, porque sabía que era la única manera de que hubiera un ministro comunista. Además, se sabe que, aparte de sus audiencias con el rey, se reunió varias veces con Sabino Fernández en su casa de los apartamentos Colón.

23F-ArmadaTras el verano, comenzaron a aparecer en prensa comentarios en torno al hecho de que, desde el entorno de Felipe González, se promovía a un general para presidir un gobierno de coalición. Y los rumores circulaban de manera más extensa entre los políticos. El 22 de octubre de 1980, los socialistas Enrique Múgica y Joan Reventós se reunieron con Armada, en casa del alcalde de Lleida, el también socialista Siurana. Trascendió que hablaron de la disposición favorable del general Armada a formar un gobierno de coalición entre la UCD y los grupos de la oposición parlamentaria, presidido por un independiente, presumiblemente militar. En noviembre, los dirigentes de los partidos de la oposición volvieron a pasar por La Zarzuela para hablar con el rey en una nueva ronda de consultas. Ya de vacaciones en Baqueira, también llegó Suárez para conversar; éste se negó a aceptar un gobierno de coalición con ningún partido de la oposición. Pero las referencias en la prensa “seria” o convencional (El País, ABC…) acerca de esta idea “en una situación de extrema gravedad”, en “una eventual emergencia peligrosa para la democracia ‘, se hicieron constantes. Además, el 17 de diciembre, el diario más leído en los cuarteles, el Alcázar, publicó un artículo sobre la preparación de una conspiración de militares firmado por el “colectivo Almendros“. Aquel mismo mes, Tejero se empezaba a preparar, comprando, a través de mediadores, los seis autobuses que trasladarían a los guardias civiles que asaltaron el Congreso. Quedaron depositados en una nave industrial de Fuenlabrada (Madrid), alquilada a tal objeto.

En una fecha indeterminada, a finales de año, Armada, temiendo que le espiaran, encargó a Aseprosa (una emprensa de seguridad que servía de tapadera del CESID, controlada por Antonio Cortina, hermano de José Luis, el jefe de la AOME) una intervención de sus teléfonos, que fue efectuada por técnicos del CESID. El general todavía estaba destinado en Lleida, desde donde se pudo constatar que, sólo en el mes de diciembre, habló con el rey como mínimo tres veces. El día 18, cuando fue de vacaciones a Madrid, lo visitó en La Zarzuela. Aparte de aprovechar para citarse el 3 de enero en Baqueira, revisaron juntos el discurso que el rey iba a pronunciar en Nochebuena.

http://youtu.be/XkNlZ9woylU

Armada conserva una fotocopia de las cuartillas con retoques de su propia mano. El 24 de diciembre, el rey lanzó aquel mensaje navideño lleno de ideas sugerentes, por primera vez sin la familia delante de las cámaras, sentado ante su mesa de trabajo: “La Monarquía que en mí se encarna […] impulsora de una acción de todos para todos“. Dirigiéndose a los políticos, dijo: “Consideremos la política como un medio para conseguir un fin y no como un fin en sí mismo. Esforcémonos en proteger y consolidar lo esencial si no queremos exponernos a quedarnos sin base ni ocasión para ejercer lo accesorio“. Y al pueblo en general: “No podemos desaprovechar, con inútiles vaivenes, compromisos y disputas, esta voluntad de transformar y estabilizar España…” Dos días después de la entrevista que había concertado con Armada, debido a la cual el general hubo de adelantar el final de las vacaciones, el rey pronunció otro discurso. Esta vez el de Pascua, dirigido a los militares, que acababa así: “Yo tengo la certeza de que si permanecéis unidos, entregados a vuestra profesión, respetuosos con las normas constitucionales en las que se basa nuestro Estado de derecho, con fe y confianza en los mandos y en vuestro Jefe Supremo, y alentados siempre por la esperanza y la ilusión, conseguiremos juntos superar las dificultadas inherentes a todo período de transición y alcanzar esa España mejor en la que ciframos nuestra felicidad“.

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